Eurodisney se estrella contra el frío
El rigor del clima parisiense desertiza dramáticamente al gigantesco parque de atracciones
A un día nublado y húmedo sucede otro despejado pero gélido, como el de la mañana laborable del pasado viernes, y así no extraña que los raros grupos que visitan Eurodisney parezcan perdidos en la inmensidad del parque de atracciones. Si Napoleón se estrelló contra el invierno moscovita, Eurodisney lo está haciendo contra el parisiense. Todos sabían que el clima de París hace muy poco atractivo el desplazamiento a un lugar semejante, pero, embriagados de optimismo californiano, los jefes de Eurodisney decidieron que no cerrarían jamás. Pero si tenemos en cuenta el volumen de pérdidas del parque -el diario Le Fígaro de hace unos días informó que en el último trimestre de 1992 alcanzó nada menos que 10.000 millones de pesetas- ese optimismo puede estar agonizando.
"Mickey Mouse y los suyos han atrapado una neumonía financiera", ironizaba hace unos días Le Figaro. El diario parisiense hacía referencia a la información según la cual Eurodisney perdió en el último trimestre de 1992 un total de 492 millones de francos (unos 10.000 millones de pesetas). Y el actual trimestre, según reconocen los portavoces de la empresa, será igual o peor. Haciendo cálculos, puede adelantarse que el complejo inequívocamente norteamericano de Marne-la-Vallé va a perder en medio año unos 1.000 millones de francos."Eurodisney se ha suicidado al no tener en cuenta los reiterados consejos de hacer como hace todo el mundo en Europa y cerrar el parque en invierno", dice el directivo de una importante agencia de viajes francesa. Más modesto o más realista, su principal competidor francés, el Parque Astérix, echa el cerrojo durante un semestre completo.
Ninguna de la veintena de personas que hoy hacen cola para subirse al trenecito de Peter Pan son francesas. Hay un par de familias británicas y una italiana. Esta última viene de Bolonia aprovechando la semana de vacaciones navideñas atrasada de Francesco Valli, técnico de una compañía telefónica. "Es admirable", dice Valli, "lo impecable que esta gente tiene el parque, pero es un poco triste divertirse en solitario y con este frío".
Sonrisas de plástico
En sus seis primeros meses de explotación, del 12 de abril al 12 de octubre, Eurodisney recibió siete millones de visitantes, una cifra inferior a sus deseos, y ello debido al hecho de que los habitantes de la región parisiense no hicieron la peregrinación con la boca abierta y la cartera repleta a Marne-la-Vallé. Mientras italianos, españoles, alemanes y británicos acudían en las proporciones previstas por los ejecutivos de California y Florida, los franceses miraban de reojo el imperio de Mickey Mouse que se les había colado en casa.La apertura de Eurodisney fue acompañada de un vivo debate sobre el "imperialismo cultural norteamericano". Numerosos intelectuales -y en este país los intelectuales todavían tienen quien les escuche- adoptaron actitudes que oscilaban entre el sarcasmo, el desprecio y la denuncia. Luego, los empleados de los transportes urbanos y los agricultores en cólera convirtieron a Eurodisney en cita obligada de sus protestas. Una manifestación en las puertas del parque siempre tiene cobertura televisiva.
Pero los directivos de Eurodisney ponían buena cara al mal tiempo. A finales del pasado año, en un esfuerzo por conquistar el corazón de los franceses, el presidente norteamericano de Eurodisney fue sustituido por un francés, Philippe Bourguignon. Una de las primeras medidas de Bourguignon fue bajar los precios para los parisienses: 150 francos vale ahora la entrada para los adultos en vez de los 225 que valía antes. Y 100 francos para los niños en vez de los 150 de antes. Pero, entretanto, había llegado a la zona de París el mal tiempo. Resultado de esta circunstancia -por lo demás previsible, pues es norma climática en la capital francesa y sus alrededores-: desde el día 12 de octubre hasta el 12 de enero, tan sólo 1,7 millones de personas pusieron los pies en un parque concebido para muchísima más clientela.
A los habituales rigores del invierno parisiense hay que añadir otro hecho no menos relevante, que contribuye a la situación crítica en que puede entrar Eurodisney. Se trata de la grave y galopante crisis que castiga a todas las economías europeas, crisis que ha dado al traste con los primeros esfuerzos de Philippe Bourguignon para hacer "más simpático" a los ojos de los franceses en particular, y de los europeos en general, el viaje al vasto complejo de Marne-la-Vallé.
No obstante, el enorme endeudamiento de Eurodisney -que ya asciende a 16.700 millones de francos (alrededor de 334.000 millones de pesetas)y la escasez de visitantes no han conseguido borrarle la sonrisa a Mickey Mouse. Y eso por la sencilla razón de que la sonrisa del célebre ratón es de plástico.
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