Dos modelos de proteccionismo
Estados Unidos mantiene un saldo netamente favorable en el comercio de telecomunicaciones con la Comunidad Europea. Las empresas norteamericanas vendieron a la CE el año pasado por valor de 1.500 millones de ecus (207.000 millones de pesetas), mientras que compraron por importe de 800 millones de ecus (110.000 millones de pesetas), según Jesús Banegas, presidente de Asociación Europea de Industria de Telecomunicaciones y Electrónica Profesional y de su homóloga española Aniel.Para Banegas, las últimas medidas adoptadas por el Gobierno de Bill Clinton contra las ventas europeas de telecomunicaciones "son un gesto más estratégico que económico". Precisa que si Europa respondiera con la misma moneda, las empresas norteamericanas saldrían más perjudicadas. Este mensaje del nuevo presidente norteamericano viene a demostrar, según el empresario, que el proteccionismo norteamericano sigue siendo muy superior al europeo.
El reglamento norteamericano, Buy American Act, protege a las empresas de este sector. Así, si una empresa norteamericana de servicio público tiene dos ofertas para comprar material, una de una empresa europea y otra norteamericana, esa normativa exige que se compre a la norteamericana aunque sea un 10% más cara. En Europa existe este mismo mecanismo, establecido por una directiva europea de 1992, que discrimina a las empresas norteamericanas con un baremo del 3%. Ocurre que la realidad norteamericana y la europea son distintas en este sector. Mientras que en Europa casi el 100% de las empresas de telecomunicación son públicas, en Estados Unidos sólo lo son el 6%.ç
Prohibición fuera de lugar
Según Jesús Banegas, las sanciones norteamericanas anunciadas el lunes parecen un tanto fuera de lugar ya que con fecha de enero de 1993 el Gobierno de Estados Unidos se ha dirigido a la Comisión Europea para ofrecer una propuesta que "regule los mercados de telecomunicaciones y permita el libre acceso por ambas partes a los mercados". Esa propuesta es estudiada actualmente por los Gobiernos europeos y las patronales. Por ello, según Banegas, no tiene sentido esta prohibición ahora.
El problema para esta propuesta surge por el desequilibrio de esos mercados entre lo público y lo privado. Según Banegas, hay una protección sutil a la industria local norteamericana mediante una integración vertical. Es decir, en Estados Unidos las empresas de servicios de telecomunicaciones y las industrias de equipos para proveer esos servicios están bajo el mismo control empresarial. En Europa las operadoras son públicas y las industrias de equipos son privadas.
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