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La ilusión perdida

Las elecciones celebradas ayer en Serbia y Montenegro amenazan con no hacer realidad, sea cual fuere el resultado, la gran ilusión de Occidente de lograr una caída pacífica del régimen de Slobodan Milosevic en Serbia y lograr la conclusión de la guerra en Bosnia.Si gana, Milosevic sentirá la tentación de desafiar al mundo, una vez más. Con ello, Serbia seguirá enajenada de la Comunidad internacional y proseguirá sus aventuras expansionistas en Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Novi Pazar y aún Voijvodina.y Macedonia.

Si gana Panic, lo que según los sondeos realizados en los colegios electorales parecía problemático, los poderes fácticos en Serbia y sus conquistas en Croacia y Bosnia, podrían alzarse contra el nuevo presidente y la guerra civil sería, quizá, inevitable.

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"Estados Unidos y Occidente tendrán que capitular ante Serbia". Esta frase, que podría parecerle un chiste a muchos, fue pronunciada ayer, y con plena Ponvicción, por el líder del Partido Radical, Vojislav Seselj, a la salida de su colegio electoral. Milosevic, que desde su Partido Socialista, ex comunista, ha apoyado con todos los medios necesarios, especialmente la televisión, a este ultranacionalista panserbio, piensa lo mismo. A ojos de una mayoría de serbios, el mundo no ha desmentido esta conclusión.

Milan Panic, traído a Serbia por el régimen de Milosevic: para intentar bruñir la muy deslucida imagen de la Yugoslavia serbiomontenegrina, se independizó hace meses de su mentor. Gracias a su fortuna personal y al apoyo de Occidente, unificó tras de sí a la oposición y desafió a Milosevic. Se presentó como alternativa laica, moderna, no nacionalista y pacificadora frente al numantinismo nacional-socialista gran serbio de Milosevic con su Partido Socialista y sus colaboradores.

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Prohibir la segunda vuelta

Si Milosevic no tenía ayer segura la victoria en esta primera ronda, Panic difícilmente lo tendría más cómodo en la segunda vuelta que, de ser necesaria, se celebraría el 3 de enero. Como manifestaba ayer el jefe de la misión observadora austriaca, el parlamentario Andreas Khol, "es más que probable que incluso sin conseguir la mayoría necesaria, Milosevic impida la segunda vuelta, por fraude o por algún tipo de decreto, aludiendo quizá a una injerencia extranjera o cualquier peligro para la soberanía serbia".

El apoyo público e insistente de Occidente a Panic sólo ha servido para convencer a los ya convencidos de que Milosevic es una tragedia para Serbia: las capas cultas y la generación joven. La estructura comunista, que sin escrúpulo alguno en sus métodos y con abierto desprecio a todas las reglas democráticas han utilizado los resortes del poder, no pueden perder unas elecciones y menos cuando pende sobre sus líderes la amenaza de un proceso como criminales de guerra. Incluso con un Parlamento con mayor presencia de la oposición, en lo que parece fundar el presidente federal Dobrica Cosic las esperanzas de un cambio acorde con sus recién estrenadas convicciones democráticas, Milosevic tendría, como presidente, el poder de suspender el proceso parlamentario introduciendo un "estado de emergencia" o cualquier tipo de medidas excepcionales.

Causas para justificar una decisión de este tipo le sobrarían a Milosevic. Pensar a estas alturas que, a la hora de tomar decisiones para la supervivencia política y quizá física suya y de sus colaboradores, el presidente serbio pueda llegar a sopesar la reacción internacional, es más que ilusorio. La guerra civil no es imposible en Serbia, porque la comunidad internacional sigue sin asumir sus responsabilidades en los Balcanes.

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