_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Obvio

Rosa Montero

Leo en EL PAÍS que la violación de hombres (cometida también por hombres, por supuesto) está aumentando en el Reino Unido, y supongo que en todas partes. Lamentable noticia que demuestra, por si no nos habíamos dado cuenta antes, que esta sociedad disparatada es más violenta e inhumana cada día. Asimismo leo que la organización británica Survivor, que atiende a estas víctimas masculinas, ha declarado que las violaciones de hombres tienen poco que ver con el sexo; se trata, explican, de una pura agresión en la que el violador busca la satisfacción con la humillación y el sometimiento de la víctima.Agradezco en el alma a los de Survivor tan esclarecedora puntualización, aunque en mi torpeza no acabe de entenderla cabalmente. ¿Quieren decir acaso que las violaciones a mujeres sí tienen que ver con el sexo y que no son una pura agresión en la que el violador busca la satisfacción con la humillación y el sometimiento de la víctima? ¿O es que en el fondo piensan, como tantos, que el sexo entre hombres y mujeres es precisamente eso, esto es, que comporta la humillación y el sometimiento?

Sé lo que hay detrás de las palabras de Survivor: con esa frase imbécil pretenden proteger a los homosexuales y explicar que por ser gay uno no es un violador. Pero por debajo de la frase también hay un prejuicio sexista tan sólido como una roca. Por debajo está ese convencimiento irracional y pervertido de que en las violaciones a mujeres hay algo en última instancia natural, una secreta complacencia de la víctima. Incluso en la obra El pícaro, de mi admirado Fernán-Gómez, sale una anciana diciendo que la han violado, y medio teatro se troncha con la torpe gracieta. Tener que seguir hablando de semejantes obviedades a estas alturas es desde luego deprimente.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_