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La OMS asegura que la radiación de alimentos no tiene efectos secundarios

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha confirmado que ningún efecto indeseable, nutricional o tóxico, es originado con la irradiación de los productos alimenticios. Esta conclusión ha sido hecha pública por la OMS tras la reunión de un grupo de expertos para evaluar más de 200 estudios realizados sobre las consecuencias de la irradiación nuclear o ionización controlada de los alimentos con objeto de prolongar las fechas de consumo.

Este método, que ha sido comparado por el responsable de la unidad de seguridad alimenticia de la OMS, el doctor Fritz Käferstein, similar a otros métodos de conservación, como la pasteurización, originó hace 10 años numerosas controversias por sus posibles riesgos nutricionales. La ionización consigue prolongar la conservación de los alimentos al romper la cadena de ADN y evitar así la evolución normal de todo elemento vivo. Es decir, evita que los alimentos se pudran. Para los puristas, este método origina una pérdida de la calidad energética de la sustancia y, por tanto, de su valor nutricional. En una campaña para intentar la aceptación popular de ese método se insiste en que "este sistema y esta campaña a favor de la ionización no es diferente a la que en otra época se llevara a cabo a favor de la pasteurización, práctica hoy en día aceptada por todos universalmente".

A principios de siglo hubo una gran oposición en contra de la pasteurización como hoy existe en contra de la irradiación. Sin embargo, las investigaciones científicas demuestran que la irradiación es una técnica de conservación de alimentos perfectamente controlada y sana y que puede ser útil en la lucha contra la propagación de infecciones tóxicas. Podría significar la recuperación de una cuarta parte, e incluso de un tercio, de la producción alimenticia mundial que se pierde por falta de medidas de conservación tras la cosecha.

Según los estudios llevados a cabo por la OMS y la Administración Internacional de Energía Atómica (OIEA) desde 1980, los alimentos irradiados por una dosis global de un máximo de 10 kilogray (kGy) no presentan ningún riesgo toxicológico ni ningún problema nutricional o microbiológico particular.

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