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TERCER ASALTO AL MÁXIMO TÍTULO EUROPEO

Nuñez "El jueves tendre las manos libres para mandar sin ningún tipo de presión

ENVIADO ESPECIALJosep Lluís Núñez, presidente del Barcelona, vive las horas previas a la final de la Copa de Europa con un grado de excitación increíble. Su estado de ánimo no es el habitual de los casi 14 años de mandato. Ahora parece liberado psicológicamente, después de haber anunciado de forma sorprendente su intención de no presentarse a la reelección. Siempre receloso con los periodistas, se acerca a ellos, les cuenta las razones de su decisión y utiliza un lenguaje críptico, que parece difícil de poner en solfa. En esencia, dice que mandará hasta el último día, es decir, hasta casi el final de la temporada 1992-93, y se irá prácticamente al mismo tiempo que su gran enemigo, Johan Cruyff, al que le aguardan días difíciles, según dejó entrever ayer Núñez. "El jueves tendré lasmanos libres para mandar sin ningún tipo de presión" dijo.

Da la impresión de que el triunfo o la derrota no le preocupan excesivamente. Desearía irse por la puerta grande, pero su gran obsesión es pasar a la posteridad como el gran pope del barcelonismo y atarle los machos a Cruyff, al que no cita nunca. "Ya sé que algunos piensan que podría tratarse de un montaje. Se equivocan porque las próximas elecciones las tenía más que ganadas". De esta forma tan visceral y en la madrugada explicaba el presidente azulgrana su visión de una decisión inesperada."Yo no preparo las cosas", relata, "no hay una estrategia preconcebida. Me quedé sin voz cuando lo anuncié en la televisión. Me costaba decirlo. No lo quería decir pero me salió. Lo llevaba en la cabeza desde la mañana del domingo y, al salir de un bautizo, tomé la decisión. Me la guardé para mí. Ni siquiera mi mujer lo sabía. No consulté con mis directivos; me hubieran obligado a dar marcha atrás".

Las críticas a Cruyff

Después de esta introducción, Núñez sacó a relucir su acusada personalidad. "El cargo ya no

me satisface. Mi mujer y yo somos gente sencilla que pasamos de las fiestas sociales. Para eso tengo al bueno de Nicolau Casaus. Llevo el peso. del club, al que quiero como si fuera un hijo, y no niego que me gusta controlarlo todo porque es mi forma de ser. Soy un esclavo de mi trabajo y necesito otro tipo de satisfacciones".

Explicándose con vehemencia, comenzó a desvelar las teóricas claves de la actitud adoptada: "Vivo un momento dulce y por eso quiero irme. Toda mi vida he tenido que ir demostrando cosas, en mi trabajo personal y en el Barcelona. Es un tributo que tengo que pagar, pero ya estoy cansado. No estoy dispuesto a tener que vencer cada día un problema y que cada decisión mía se convierta en noticia de primera página".

Al margen de sus disputas con Cruyff, el caso Solozábal ha sido otro de los asuntos que han aportado luz a Núñez sobre su particular visión de la realidad. "Por el tema de Solozábal tuve que dar la cara porque si no me hundían, y mi forma de ser no me permite aceptar según qué tipo de cosas. Yo no he cambiado; en el fondo sigo siendo el mismo que cuando llegué al Barça. Sólo he variado en las formas; reconozco que soy menos agresivo".

Y quizá recordando viejos tiempos, el presidente barcelonista, que siempre es disperso a la hora de expresarse, recordó cuando privó a toda España de las imágenes del fútbol por televisión. "Nadie lo entendía y fui muy cniticado. Me desgasté proponiendo soluciones para que el fútbol funcionara y los hechos me dan la razón. Algo parecido pasa en el baloncesto. Si de mí dependiera, dejaría a todo el país sin televisión porque el contrato de las retransmisiones está mal llevado".

La pasión por los números no le desvió de su gran obsesión: Cruyff. Una vez más, sin citarlo, dio a entender que las últimas declaraciones del técnico holandés en la prensa inglesa, en las que aseguraba que el Barcelona es un club mal organizado, colmaron el vaso de su paciencia. "Yo no tengo un corazón de hielo. Soy muy sensible y hay cosas que no se pueden soportar. Hay personas que necesitan justificarse para seguir en el cargo. Pues bien, ahora estoy en condiciones de poder negarlo todo. El jueves tendré las manos libres y mandaré hasta el 30 de junio de 1993 sin ningún tipo de presión. Con él [refiriéndose a Cruyff] no me he enfrentado nunca y cada vez que ha hablado le he puesto en su sitio. Por eso quiero tener durante todo un año las manos libres. No estoy dispuesto a permitir que la institución quede mal parada".

A pesar de sus desmentidos sobre la supuesta planificación de su marcha, Núñez parece tener las ideas muy claras sobre su sucesor. Es más, desea intervenir directamente en la elección. "El 30 de junio de 1993 dejaré el club en una situación económica privilegiada, con más de 350 millones de superávit. El que llegue no tendrá que hacer nada, ni siquiera renovar la plantilla. Y si quiere podrá traspasar a un jugador que vale 1.200 millones [Núñez parece decidido a solucionar el contrato de Stoichkov para que se quede en el Barcelona]. Ahora bien, los candidatos me van a necesitar. El que me critique está condenado. Cuando llegue el día de las elecciones, si creo conveniente apoyar a alguien, lo haré abiertamente. Me dirigiré al socio y le diré lo que le conviene al Barcelona".

Y es que el socio culé es la base en que se sustenta Núñez. Por eso espera dedicarle la Copa de Europa, aunque es consciente de que en la plaza de Sant Jaume se va a encontrar otro tipo de gente que le impedirá el baño de multitudes que siempre ha reclamado.

El trasfondo de las sociedades anónimas

J. M.S.El epicentro del volcán en el que Núñez ha colocado al Barcelona, en vísperas de la final de la Copa de Europa, se llama Cruyff. Los más íntimos colaboradores del presidente aseguran que ha tomado la decisión de no presentarse a la reelección para evitar un supuesto chantaje del técnico holandés. Otros incluso llegan más lejos y explican que el pasado sábado se produjo una fuerte discusión entre presidente y entrenador, en la que Cruyff llegó a amenazarle con decir públicamente, si se conseguía el título, que su gestión había sido nefasta. Todo es posible entre estos dos personajes de caracteres similares y que destilan orgullo por todos los poros de su piel.

Pero al margen de esta pelea, que puede finalizar de la forma más inesperada, existe un trasfóndo en la actitud de Núñez que él ni siquiera ha tocado en sus declaraciones pero que Cruyff ha intuido rápidamente. El tema es, ni más ni menos, que la reconversión obligatoria de los clubes de fútbol en sociedades anónimas deportivas. El Barcelona tiene el privilegio de quedar dispensado de esa reconversión si se ajusta a los mecanismos legales dispuestos por la Ley del Deporte, y ésa puede ser otra de las razones por las que Núñez abandona el barco en un momento crítico para la supervivencia de los clubes de fútbol españoles.

Al no presentarse a la reelección, Núñez deja la patata caliente de los avales presupuestarios a todos quienes aspiren a un cargo tan prestigioso en Cataluña como la presidencia del Barcelona, pero que con el paso del tiempo planteará a su sucesor enormes quebraderos de cabeza.

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