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Una monja sudanesa ex esclava compartirá la beatificación con el fundador del Opus Dei

Josefina Bakita, una humilde monja sudanesa rescatada de la esclavitud por un cónsul italiano, sierva de las Hijas de la Caridad, también conocidas como hermanas canosianas, compartirá con José María Escrivá de Balaguer, el fundador del Opus Dei los honores de la ascensión a los altares por el papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro del Vaticano, el próximo 17 de mayo. Un miembro de la oficina de prensa de la prelatura personal confirmó ayer a este diario que el Opus conoce "desde primeros de año" que su fundador tendrá una beatificación compartida.

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"Una cosa es que se haya dicho que se hubiera preferido que el fundador fuera beatificado solo. Pero comprendemos que la Santa Sede tiene sus compromisos", añadió el portavoz del Opus.Lograr una ceremonia exclusiva para la beatificación de su fundador ha sido un empeño declarado de los dirigentes del Opus Dei desde que la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos consideró demostrada, el pasado 6 de julio, la intercesión de Escrivá de Balaguer en la curación milagrosa de un tumor grande como una naranja en la espalda de una monja de 70 años. Ese ascenso en solitario a los altares hubiera sido la culminación brillante de un proceso polémico en el que el Opus se ha volcado con todos sus medios y la oportunidad de que la prelatura mostrara su capacidad de convocatoria en el mundo, precisamente el día en que recibirá un definitivo espaldarazo pontificio.

Oficiosamente, fuentes autorizadas de la Obra habían indicado que el Opus llenaría la plaza de San Pedro el 17 de mayo, no con las 300.000 personas que caben de pie en el enorme recinto acotado por la columnata de Bernini, pero sí con las 100.000 que, mediante una disposición adecuada de las sillas, pueden cubrirlo sentadas. Y en esas informaciones se sobreentendía siempre que Escrivá de Balaguer sería el único beato ensalzado por Juan Pablo II en la ceremonia anunciada para el día citado.

De hecho, la noticia de que Josefina Bakita será beatificada junto con el fundador del Opus no es todavía oficial ni lo será probablemente hasta que la Santa Sede publique, hacia mediados de abril, el programa de actividades del Papa para el mes de mayo. Pero ayer la confirmaban tanto en el convento romano de las monjas canosianas como en la sede central de la prelatura del Opus. Las Hijas de la Caridad destacan un perfil de su nueva beata que contrasta fuertemente con la trayectoria humana y religiosa de Escrivá de Balaguer y su prédica del perfeccionamiento personal mediante la dedicación escrupulosa a las funciones que la sociedad asigna a cada persona en virtud de su posición social o su sexo. En sus 78 años de vida, la monja sudanesa recorrió un proceso de desarrollo personal y social que hubiera requerido muchos siglos de tiempo histórico.

Comprada por un cónsul

Nacida en 1869, fue raptada cuando era niña por los tratantes de esclavos, vejada y torturada, hasta que la compró un cónsul italiano que la tuvo a su servicio y se la llevó a Italia cuando terminó su mandato en el país africano. En Venecia, Josefina Bakita conoció por primera vez en su vida la condición jurídica y efectiva de ciudadana libre. Allí se puso bajo la protección de las Hijas de la Caridad, estudió, abjuró de su fe musulmana y se bautizó, antes de profesar los votos. Hasta 1902, permaneció en la ciudad de los canales. Luego se trasladó a Vicenza, donde murió en 1947. "Llevó una vida muy simple y dio grandes muestras de una espiritualidad carismática", dice una hermana de su misma orden que ha seguido el proceso de beatificación.Las Hijas de la Caridad entendieron desde un principio que sor Josefina Bakita había muerto "en olor de santidad". Promovieron su causa y, el 1 de diciembre de 1978, vieron compensados sus esfuerzos cuando la monja sudanesa fue declarada "venerable". Un trinitario español siguió promoviendo la beatificación de Josefina, que concluyó con la aceptación reciente por la Iglesia de su intercesión en la curación milagrosa de otra monja canosiana.

Es posible que, al disponer la beatificación conjunta de Bakita y Escrivá, el Vaticano haya querido destacar que los caminos de la santidad pueden ser absolutamente diversos. Pero podría darse también que esta invitación no pretendida por los otros protagonistas del evento fuera indicio de los resquemores que la beatificación del fundador del Opus Dei haya podido causar en la Iglesia. Las órdenes que fijan las beatificaciones parten de la Secretaría de Estado, donde no siempre se ve con buenos ojos la presencia de algún miembro del Opus en puestos de responsabilidad del Vaticano.

Parece indudable, en cambio, que las características de la ceremonia darán al Opus Dei una oportunidad inesperada para desmentir en la práctica, como ya lo hizo de palabra, las acusaciones de "racismo" hechas contra su fundador por algún testigo citado en un reciente informe de la revista Newsweek.

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