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Estado de emergencia en Argentina por el cólera

El presidente argentino, Carlos Menem, decretó ayer en el país el estado de emergencia, debido al brote de cólera detectado en la provincia de Salta. Seis indios -cuatro argentinos y dos bolivianos- pertenecientes a las tribus de tobas y matacos, que sobreviven a 45 grados de temperatura, promedio en la selva subtropical alrededor del río Pilcomayo -límite entre Argentina, Bolivia y Paraguay-, murieron entre el 31 de enero y el 4 de febrero como consecuencia del cólera. El ministro de Defensa argentino, Erman González, elevó ayer a 100 la cifra de afectados.El foco infeccioso se sitúa 2. 100 kilómetros al norte de Buenos Aires, 400 kilómetros al noreste de la capital de la provincia de Salta y a 200 kilómetros del pueblo de Tartagal, donde está el hospital más cercano.

La sociedad argentina, prevenida desde hace un año contra la posible invasión del cólera por campañas oficiales que se habían abandonado en los últimos meses, ha girado ahora dramáticamente hacia el norte del país para recordar que allí existen todavía cientos de compatriotas que nunca pudieron enterarse de nada porque la mayoría de ellos no habla el castellano.

Los tobas y matacos fueron empujados contra la frontera y luego utilizados como mano de obra regalada en los ingenios azucareros, en la tala indiscriminada de árboles y en las plantaciones a cambio de comida. Allí resisten aún. Viven de la caza y de la pesca, comen la carne cruda y beben el agua de los ríos. -

El presidente Carlos Menem, empeñado en lo que él llama "el el ingreso al Primer Mundo"," reaccionó de mal modo contra la noticia como si se tratara de una agresión extranjera. Menem advirtió en principio que se iban a "cerrar las fronteras" con Bolivia.

El ministro de Salud y Acción Social del Gobierno argentino, Julio César Aráoz, desvió también la responsabilidad hacia el Gobierno boliviano, a quien acusó de no transmitir los "informes necesarios para contrarrestar la enfermedad". El ministro hacía alusión a los 150 aborígenes contagiados antes en el poblado boliviano de Crevaux, 25 kilómetros al norte de Santa Victoria.

Los médicos infectólogos consideran que los dos ríos de cursos paralelos que recogen agua en las alturas bolivianas y desembocan luego en el Paraná son dos "autopistas" para el virus. La doctora Elena Chiozza, del Consejo Nacional de Investigaciones, Científicas y Técnicas, advierte que el Pilcomayo y el Bermejo cargan mucha agua en verano y que al retirarse del cauce de inundación dejan sus orillas sembradas de "madrejones", lagunas temporales llenas de peces. El aborigen come esos peces y bebe de esa agua. De tal modo, el cólera puede extenderse entre esos poblados y desembocar en el caudaloso Paraná, desde donde llegaría al río de la Plata y al océano Atlántico un año después de brotar en la costa de Perú.

Seis horas más tarde de la declaración de Menem, la cancillería argentina dijo que el posible cierre de fronteras anunciado por el jefe del Estado debía interpretarse en el sentido de establecer un "cordón sanitario".

Después de una urgente reunión del Gabinete nacional, el ministro de Salud se instaló en la provincia de Salta y llevó módulos de tratamiento integral con medicamentos para 100 afectados. En el centro de salud de Santa Victoria los indios ya contagiados permanecen acostados sobre colchones colocados en catres.

Según el Instituto de Estadísticas y Censos, el 40% de las viviendas de todo el país no tiene servicios cloacales. El brutal ajuste económico impone condiciones de vida miserables hasta extremos nunca imaginados en el país que hace 50 años fue considerado el granero del mundo.

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