El líder surafricano Nelson Mandela asume la presidencia del ANC
El Congreso Nacional Africano (ANC) confirmó ayer su conversión en una fuerza política organizada y dispuesta a encarar el futuro con realismo y firmeza al elegir una cúpula directiva presidida por Nelson Mandela y con la secretaría general en manos de Cyril Ramaphosa, un sindicalista de reconocida capacidad organizativa negociadora.
Nelson Mandela fue elevado ayer por aclamación a la presidencia del ANC, puesto que deja vacante el enfermo Oliver Tambo, que mantuvo durante 30 años encendida en el exilio la llama de la lucha contra el régimen racista. A Tambo, un hombre venerado en el ANC tanto o más que Mandela, no se le va a permitir retirarse de la política, como él deseaba: se le ha nombrado chairman del ANC, una presidencia sin poderes ejecutivos, pero con calado moral.Lo más notable de la sesión de ayer fue la elección de Ramaphosa como secretario general, lo que significa que el ANC está dispuesto a organizarse en serio y negociar con dureza y determinación. Ramaphosa es el líder del sindicato de los mineros, el más importante del país, y es muy respetado también por la patronal, que valora su seriedad y capacidad. La entrada de Ramaphosa significa también la llegada de sangre joven y curtida en la lucha en el interior a la dirección del ANC. El histórico y casi octogenario Walter Sisulo fue elegido vicepresidente para evitar un enfrentamiento entre halcones y palomas.
El congreso que el ANC celebra en Durban, por primera vez en el interior desde 1958, ha estado marcado por el discurso de Mandela en la sesión inaugural, con el que pretendió dar satisfacción a todas las corrientes del movimiento, desde los militantes del brazo armado (Umkhonto we Sizwe, MK) a quienes propugnan la imperiosa necesidad de tomar en serio la negociación con el Gobierno.
Mandela criticó al Gobierno por su inoperancia en poner fin a la violencia, hizo un encendido elogio del MK -cuya mención y la de sus líderes provocó las más fuertes ovaciones de la sesión inaugural- y reiteró la necesidad de combatir la progresiva erosión que sufren las sanciones económicas contra Suráfrica. Con eso satisfizo al ala más radical del ANC, pero también se abrió a la más pragmática cuando dijo que "tenemos que calcular que la conferencia multipartidista [que ha de discutir el futuro de Suráfrica] va a tardar mucho en realizarse y tenemos que prepararnos con urgencia para participar en ella". Mandela convenció a los delegados sobre la necesidad de negociar.
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