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Tribuna:DE LA DICTADURA A LA DEMOCRACIA
Tribuna
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Una nueva derecha

La rica experiencia de la transición política española y la definitiva consolidación de nuestra democracia en los últimos años nos sitúan en un lugar privilegiado para comprender lo que está ocurriendo en varios países europeos y latinoamericanos. Son muchos, en efecto, los que están sufriendo el difícil tránsito desde formas de gobierno dictatoriales a modelos de convivencia democráticos. Lo hacen muy a menudo con la vista puesta en España, contando frecuentemente con la colaboración de transitólogos (como los nombra un amigo), españoles que viajan relatando lo que fue la experiencia vivida por la ciudadanía de nuestro país.En Latinoamérica, donde, por fortuna, las dictaduras duras y puras están en vías de extinción, aparece ahora una aguda preocupación de los sectores progresistas por la emergencia de una nueva derecha, que ocupa un espacio político creciente, y lo hace, además, bajo formas más suaves, claramente diferenciadas de las utilizadas anteriormente.

Es bueno reflexionar sobre lo que allí está ocurriendo porque, al igual que nuestra experiencia de transición suele serles útil, la suya actual puede Iluminarnos sobre fenómenos parecidos, quizá menos intensos o mejor camuflados, que pueden producirse en nuestras latitudes.

Lo fundamental es identificar esta nueva derecha. Permítaseme cierta simplificación al describir algunos rasgos definitorios: Observamos:

- Una política económica neoliberal a ultranza revestida del lenguaje de la eficiencia, del pragmatismo, la competitividad y la racionalidad.

-En lo político, un intento de debilitamiento de los partidos y los sindicatos, así como la negación de las diferencias ideológicas y partidarias en pro de un realismo que oculta prioridades corporativas claramente conservadoras; se potencia la identificación directa, no mediatizada por organizaciones políticas representativas entre el ciudadano y la Administración.

-Culturalmente se potencia una imagen elitista e individualista, mientras que en lo social, entre las graves desigualdades de todo tipo, se propician algunas soluciones benéfico-paternalistas, en detrimento del avance de los derechos sociales.

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-Profundamente conservadora ante todo aquello que atañe a la mujer, a sus derechos y a las costumbres, aceptan, fieles a la teoría darwinista, que algunas sobresalgan individualmente, pero rechazan los planteamientos que hacen de la desigualdad de la mujer una cuestión estructural y política, y de su libertad individual, un derecho fundamental.

- Usa y abusa de un lenguaje más o menos progresista, acuñado en la cultura de izquierdas, pero manejado con objetivos radicalmente conservadores.

- Utiliza el populismo sentimental, explotando situaciones de necesidad, incultura, insuficiencias y vacíos del propio sistema democrático.

¿Qué hacer?

Una vez identificada y reconocida esta nueva derecha, ¿qué hacer? ¿cómo ubicarse ante ella desde una óptica progresista?, ¿hay que rechazarla de pleno, corriendo el riesgo (sobre todo en países recién salidos de la dictadura) de propiciar su deslizamiento hacia el exterior del sistema, de las débiles instituciones democráticas? Y a la vez, ¿hasta qué punto esta nueva derecha tiene posibilidades de evolucionar, de integrarse plenamente en las reglas del juego democrático, abandonando tentaciones totalitarias, y su inconsciente tendencia dictatorial, para convertirse en una derecha dialogante, de tal forma que colabore a la consolidación de la democracia en estos países?. Porque hay que recordar que cualquier sistema democrático requiere una derecha organizada, que exprese ordenadamente los intereses conservadores.

Los partidos progresistas son los primeros en desear que se produzca esta evolución. Las propias organizaciones socialistas han experimentado un gran cambio a lo largo de la historia. Si han gobernado y siguen gobernando en muchos países es porque han sabido pasar de un enfoque y una estrategia exclusivamente centrada en la defensa de la clase trabajadora clásica a la elaboración y puesta en práctica de proyectos globales de Estado o de nación que reciben a menudo el apoyo de una cuidadanía en plena transformación.

Visto desde esta perspectiva, cabe la posibilidad de que, si la nueva derecha evoluciona hacia planteamientos netamente democráticos, el socialismo actual debe en determinadas circunstancias, y con objetivos orientados a aspectos básicos de la convivencia, de la institucionalización política y, de las relaciones exteriores, llegar a determinados pactos que redunden en beneficio de todos. La difícil transición chilena resulta ser en estos momentos, y en determinados aspectos, un paradigma que habrá que seguir con especial atención.

Los partidos socialistas deben seguir liderando la democratización de la sociedad, la defensa de las libertades fundamentales y la búsqueda de la igualdad social.

En estos momentos, dicho liderazgo debe traducirse en un reforzamiento del papel de los partidos políticos y de los sindicatos para que vertebren eficazmente la participación en las decisiones colectivas. Para ello, tanto los partidos como los sindicatos deben democratizar al máximo su funcionamiento interno, aproximarse más a las necesidades sociales y fortalecer su organización, manteniendo claros sus objetivos para el logro del bien común.

Desde este aspecto es bueno recordar que la presencia de la mujer en puestos de responsabilidad política colaborará de forma definitiva a traducir las necesidades de gran parte de la población a términos políticos, atajando así el paso a formas de intervención social que exacerban el individualismo, fomentan la disgregación social y son el caldo de cultivo de futuras violencias.

Hay que optar por la consolidación de una forma, de Estado que intervenga para redistribuir la riqueza económica, social y cultural y preste los servicios básicos para todos.

es diputada del Grupo Socialista por Barcelona y vicepresidenta de la Internacional Socialista de Mujeres.

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