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El asesino del mono azul

Eugenia Martín murió apuñalada cuando paseaba en bicicleta por Alcorcón

"Vivo en la calle de Mingo Fraile... Vaya disgusto que se va a llevar mi marido...". Esas fueron las últimas palabras pronunciadas en su vida por Eugenia Martín Gómez, de 41 años, natural de Valdepeñas (Cludad Real). Su asesino, que huyó en una moto roja, fue un hombre de entre 25 y 30 años, de estatura normal, moreno, con media melena, vestido con un mono de trabajo de color azul. Según las primeras hipótesis, el homicida parecía ser un violador, pero investigaciones posteriores han llegado a la conclusión de que era un atracador. Nueve meses después aún no ha sido detenido.

Después de comer y ordenar un poco su casa, Eugenia Martín decidió dar un paseo con su bicicleta. Desde dos meses antes había determinado hacer a diario un rato de ejercicio para adelgazar un poco. Salió de su domicilio de Alcorcón vestida con un pantalón azul corto, una camiseta de tirantes y unas zapatillas deportivas de tonos rosas. El día era soleado, y se encaminó hacia un descampado situado entre la avenida del Oeste y la carretera de Móstoles.Iba pedaleando con dificultad, a causa de un pequeño repecho existente en el terreno, cuando la adelantó un individuo montado en una moto de pequeña cilindrada. El desconocido se plantó delante de Eugenia y la obligó a detenerse, mientras empuñaba un estilete de doble filo. Es posible que se resistiera a ser desvalijada, lo que hizo que el agresor se abalanzara sobre ella hasta arrancarle la cadena de oro con una medalla que llevaba al cuello.

Una mujer que paseaba a unos 200 metros de distancia observó cómo forcejeaban Eugenia Martín y el atracador, pero creyó que se trataba de una pareja que estaba abrazándose apasionadamente. "¿No tendrán otro sitio para hacer estas cosas?", pensó en ese momento, según declaró posteriormente en la comisaría. Jamás pudo imaginar lo que estaba sucediendo en realidad.

Cuchillada en el pecho

El agresor asestó a la víctima una cuchillada en el pecho y huyó a toda velocidad. Incluso estuvo a punto de atropellar a algunas de las mujeres que caminaban por aquel paraje solitario. Entre tanto, Eugenia logró andar 73 metros a trompicones antes de caer desplomada. Fue auxiliada por el dueño de una pequeña granja en la que a veces había comprado huevos y leche fresca.La herida llegó agonizante al ambulatorio Hermanos Laguna, de Alcorcón, donde falleció a causa de "una herida de 25 centímetros de longitud en la zona paraesternal izquierda, a la altura del cuarto espacio intercostal", muy cerca del corazón, según dictaminó la autopsia realizada por el médico forense. También presentaba varios cortes en la muñeca y en los dedos de la mano izquierda, recibidos al intentar defenderse de la criminal embestida. Aunque iba sin ningún tipo de documentación, fue identificada con rapidez gracias a que llevaba una alianza grabada con el nombre de Enrique, su esposo.

El asesinato, ocurrido el 18 de mayo del año pasado, conmocionó al pueblo de Alcorcón y originó varias movilizaciones vecinales, fundamentalmente porque se dio por cierto que el autor del mismo había sido un maniaco sexual. "Todos los hombres del Grupo Judicial y todos los del Grupo de Investigación de Seguridad Ciudadana de la comisaría local se volcaron en el caso, abandonando todo lo demás", según recuerda Santiago Jiménez, el inspector que dirigió las pesquisas.

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Los agentes consiguieron localizar y tomar declaración a un total de 15 personas que se hallaban en la zona donde se produjo el sangriento hecho. Después de oír sus relatos, los policías llegaron a la firme convicción de que el criminal había sido el tipo al que varias mujeres habían visto merodear por la zona desde un rato antes.

El mismo policía resume así las diversas fases de la investigación: "Prirnero controlamos a unos 20 vecinos de Alcorcón que tenían antecedentes por violación o abusos sexuales. Despué s hicimos lo mismo con los de Móstoles y Leganés. Pero no llegamos a nada. Más tarde investigamos a atracadores callejeros y a trastornados mentales. Tampoco logramos nada. Por último buceamos entre los cientos d motos de color rojo existentes en la comarca. Sin embargo, no obtuvimos mejores resultados".

Los agentes creyeron estar en el buen camino cuando encontraron abandonada una motocicleta Derbi Variant cuyo robo no había sido denunciado. Comprobaron que el vehículo pertenecí al dueño de una pizzeria del pueblo. "Llegarnos a sospechar tanto que averiguamos la vida y milagros de este hombre desde que nació; pero resultó ser una persona intachable", dice Santiago Jiménez, jefe del Grupo de Policía Judicial.

Dos o tres meses después de crimen, los encargados del caso sospecharon de un portugués que había sido visto en repetida ocasiones por el paraje donde fue asesinada Eugenia Martín Gómez. Dicho individuo fue detenido e interrogado, pero tuvo que ser puesto en libertad de forma inmediata al comprobarse que era inocente.

Un vulgar 'sirlero'

"No se nos ha olvidado el caso ¿eh? El asunto no está archivado ni mucho menos. Seguimos investigando los tres o cuatro hilo que aún no damos por agota dos", afirma con rotundidad e responsable del asunto. Y añade "Lo que tenemos claro es que e agresor fue un sirlero [atracado con navaja], como lo prueba que el arma homicida fuese un estile te bicortante. Fue un hecho ais lado de un sirlero. Está descarta do por completo lo del vio lador".

Mientras tanto, Enrique López Expósito, el marido de Eugenia Martín, y sus hijos Sara y Enrique, continúan esperando quc la justicia pueda sentar algún día en el banquillo al desalmado que destruyó sus vidas. Como dijo una vecina el mismo día del crimen, "el que ha matado a Eugenia es un indeseable que merecería la horca, porque ha destrozado a una familia féliz".

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