Septiembre
Llega, como cada año, con su moreno de playa oscureciendo las arrugas de su rostro ajado. Cansado y con la sensación de cerrar un nuevo capítulo. Es una época -que de manera artificiosa se ha convertido en principio y final del año. El comienzo del curso escolar, el final de las vacaciones de los políticos y demás tropa, así como su vuelta al mundo laboral, hace que septiembre parezca la salida de una etapa ciclista que va a durar un año más.Durante las vacaciones cada uno de nosotros nos volvemos a hacer dueños de nuestra persona, y la familia de la familia; pero con la llegada de septiembre se rompe este encanto, y de nuevo volvemos a prestarnos a algo o a alguien: el trabajador, a la fábrica; el político, a la falacia de intentar cambiar las cosas; el ama de casa, a hacer milagros con la cesta de la compra; los hijos, a la escuela; los parados, a la caridad social, y los jubilados, a las agencias de viajes organizados.
Cuando llega septiembre y tengo que volver a casa noto que me cambia el humor y que ya no me produce la misma ilusión encontrarme con mis compañeros y amigos. Y es que el préstamo de 11 meses de tu vida cada año es muy largo.-