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Los obispos polacos presionan para que se vuelva a impartir religión en las escuelas

La Iglesia polaca, cuyas influencias sociales crecieron enormemente en la época de la noche totalitaria, cuando servía de amparo para los movimientos de oposición anticomunista, intenta aprovechar la transición democrática para afianzar su hegemonía ideológica y espiritual en el país. El punto clave de la ofensiva del clero católico es la enseñanza de la religión en los colegios, prohibida durante cuatro décadas por los comunistas, cuyo "pleno retorno" a las escuelas viene reclamando desde hace dos meses el episcopado polaco.Según un comunicado de la Conferencia Episcopal, la Iglesia vuelve a instar al Gobierno de Tadeusz Mazowiecki y al Parlamento, que aprobará en el plazo de los próximos tres meses una nueva ley de educación, al retorno de la catequización a los colegios. En ese mismo tono se pronunció el primado de Polonia, Jozef Glemp, durante la reciente fiesta de Corpus Christi. El Gobierno, que mantiene conversaciones con la Iglesia en esta delicada materia, se muestra contrario a la idea de la reinstauración de las clases de religión, temiendo que sean motivo de antagonismos entre diferentes sectores sociales.

En el comunicado del pasado sábado, los padres de la Iglesia reafirman su "voluntad de: reintroducir la catequizaclón en las escuelas", al tiempo que denuncian la "tendenciosidad" de los medios de comunicación en la presentación del tema. De hecho, parte de la prensa polaca, y principalmente el diario Gazeta Wyborcza, afin al sector laico de Solidaridad, sin criticar directamente al episcopado, polemizó con el argumento de los obispos, que sostenían que la religión era impartida en las escuelas de los países civilizados de Europa occidental. También el primado de Polonia llamó a las autoridades a permitir "no la introducción, sino el justo retorno" de la religión a las escuelas, al tiempo que calificó de infundados los temores "de personas contrarias a la catequización" de que ésta enfrente a los polacos.

El tono algo irritable del primado se debía a la resistencia del Gobierno a la petición, poco indispensable por cuanto durante toda la época comunista la Iglesia había organizado una eficiente red de salas de catequización en las propias iglesias. La viceministra polaca de Educación, Anna Radziwill, declaró a la prensa que "el retorno a la ley de 1921 que contemplaba la obligatoriedad de la religión como asignatura en los colegios" lo consideraba "como profundamente injusto". La ministra dijo también que la religión en las escuelas provocaría tensiones sociales.

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