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ITALIA 90

El gol de Schillaci alivia la crisis del Gobierno italiano

Juan Arias

El futuro inmediato de la política italiana está encerrado en un balón. Así se expresan los observadores políticos, quienes subrayan que del resultado del Mundial dependerá la suerte del Gobierno de Giulio Andreotti. Las aguas políticas estaban encrespadas en vísperas del encuentro Italia-Austria, y los socialistas se preguntaban cuánto podría durar el pentapartido del divino Andreotti; ahora, después del milagro del gol de Schillaci, nadie se atreve a hablar de crisis.Lo entendió muy bien Andreotti cuando se puso a hacer la ola en el Olímpico tras el gol de la victoria. A él, aquel cabezazo de Schillaci, dicen los comentaristas, le ha asegurado por lo menos otros seis meses de gobierno.

Los políticos han entendido muy bien que si Italia va hacia adelante en este Mundial todos pueden estar tranquilos. De ahí la carrera de todos por aparecer visibles en los estadios: desde el jefe del Estado, Francesco Cossiga, al presidente del Senado, Giovanni Spadolini, pasando por el rey de la Fiat, Gianni Agnelli, y ministros y secretarios de partidos políticos que se han descubierto de repente hinchas del fútbol. Menos el secretario comunista, Achille Occhetto, que no acudió al encuentro Italia-Austria como protesta por las "porquerías" realizadas en la reconstrucción del estadio -con accidentes mortales- debido a la improvisación con que se acometieron los trabajos.

La excepción

Pero ha sido sólo una excepción a la regia. Los demás están todos tan dentro del balón que Parlamento y Senado se ven desiertos por las tardes. Ante la primera victoria de Italia, todo se perdona. Y las leyes pendientes de aprobación irán pasando estos días como en una balsa de aceite.

Nadie protesta ya ni por la ley seca, ni siquiera cuando se ha sospechado que la prohibición está relacionada con el hecho de que uno de los mayores patrocinadores del Mundial es una firma multinacional de "bebidas no alcohólicas"; ni siquiera se ha relacionado con otro hecho curioso: el Gobierno acababa de aprobar un impuesto de 10 pesetas por cada botella de "agua mineral".

Hasta el Papa les resulta más simpático a los italianos porque se rumorea que ha cambiado el programa de visitas durante este mes para estar "rnás libre" y porque se le escapó un gritito de santa emoción cuando Schillaci arremetió contra Austria. "Ya es de agradecer que un polaco, un nórdico", dice la gente, "apoye a un equipo latino".

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