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UNA NUEVA EUROPA

Kohl admite la inamovilidad de la frontera polaca

El canciller de la República Federal de Alemania, Helmut Kohl, abrumado por la presión internacional, hizo ayer finalmente una oferta concreta sobre el espinoso asunto de la frontera polaca al relacionar el reconocimiento alemán de la línea formada por los ríos Oder y Neisse como la frontera definitiva de la Alemania unificada, con la renuncia de Varsova a pedir reparaciones por los daños causados en Polonia por el régimen de Adolf Hitler durante la II Guerra Mundial.

La portavoz del Gobierno polaco, Mlgorzata Niezabitowska, inrianifestó ayer: "Polonia no quiere vincular la cuestión de la regulación del tratado de la frontera Oder-Neisse con otros asuntos".En la declaración de la portavoz, leída en el telediario de media tarde en la televisión polaca, el gobierno de Mazowieckj, se declara "sorprendido por la conexión" de que ambos terrias hace el canciller Kohl. Y se insiste que Polonia "reclamará las reparaciones por el trabajo obligatorio que llevaron a cabo más de un millón de polacos, que fueron deportados durante la Segunda Guerra Mundial". El propio Mazowiecki declaró a la televisión alemana que estaba sorprendido por las declaraciones e Kohl, "puesto que", dijo, "no hablamos de la asunto en nuestra última entrevista telefónica", hace una semana.

El tema de las reparaciones de guerra, que se había mantenido en un segundo plano, resurgió en los últimos días junto a la ambigüedad del canciller en torno al reconocimiento de las fronteras. Tras una semana en la que las declaraciones de Kohl parecían contradecirse con las de sus colaboradores en una escenografia de ambigüedad y confusión, el portavoz del Gobierno de Bonn, Dieter Vogel, quiso insistir ayer en que el canciller ya había propuesto que los Parlamentos de las dos Alemanias, después de las elecciones del 18 de marzo en la RDA, votarían una resolución reconociendo las fronteras polacas y que esta declaración sería ratificada definitivamente por el futuro Parlamento de la Alemania unificada.

La declaración de 1953

Con una condición, dijo Vogel, que Varsovia no debía renegar de la declaración de 1953 por la cual el Estado polaco renunciaba a sus derechos sobre las reparaciones por los daños causados por el régimen hitleriano durante la II Guerra Mundial.

Según Dieter Vogel, la resolución de los dos Parlamentosalemanes "debe ser la base de un futuro tratado entre el Gobierno de la Alemania unificada y el Gobierno polaco, y debe ser ratificada por el Parlamento de la Alemania unificada".

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Además, indicó el portavoz del Gotlierno federal alemán, las garantías alemanas sobre la frontera polaca deben ir acompañadas por un tratado entre los dos países en el que se ratifique la declaración conjunta de Kohl y el primer ministro polaco, Tadeusz Mazowiecki, el pasado mes de noviembre sobre los derechos de la minoría alemana en Polonia. El tema de las reparaciones de guerra era el talón de Aquiles de la política del canciller en su carrera por la unificación.

Y en Dresde, cuando visitó oficialmente la RDA el pasado mes de diciembre, Kohl mostró su enfado cuando un periodista alemán oriental le preguntó si Bonn estaría dispuesto a compensar al Estado comunista, ya que éste había pagado un coste mucho más elevado que la RFA por la devastación causada por Hitler.

"Cualquiera que vaya más allá del tema de las fronteras y, por ejemplo, insista en la cuestión de las reparaciones de guerra", dijo Kohl el miércoles a la televisión de la RDA, "se encontrará con mi oposición". Ahora ya no se trata de una cuestión interalemana -en tanto que la unificación parece ya ser un hecho irreversible- sino de las cuentas de la futura Alemania con terceros países y también de la caja de los truenos que puede abrirse si el asunto no se resuelve pronto.

Países como la propia Polonia, Egipto, Libia, Finlandia y Yugoslavia han hecho saber que estudian peticiones de reparación. Las cifras de estas reparaciones varian, pero algunos estudios han dado una medida de sus dimensiones.

La historiadora norteamericana Susan Linz calculó en 1983 que sólo las reclamaciones que podría hacer la Unión Soviética estarían en torno a los dos billones de marcos, con valor de 1944. Pero no sólo se trata de las reparaciones a terceros países. Bonn podría tener que enfrentarse a demandas de otros Gobiernos por las industrias y bienes nacionalizados por el Gobierno comunista de la RDA, y también de individuos desplazados de sus tierras tras el fin de la guerra.

Al margen del tema de las reparaciones, las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores francés, Roland Dumas, en Berlín Occidental, donde pidió una inmediata declaración de los dos Parlamentos alemanes sobre el tema de las fronteras sin esperar a las elecciones, junto con la convocatoria de una cumbre franco-polaca el próximo viernes en París, han sido la gota final que ha obligado al canciller de la República Federal de Alemania, Helmut Kohl, a soltar la carta que se guardaba bajo la manga para jugarla en la negociación final de las cuatro potencias vencedoras de la II Guerra Mundial y las dos Alemanias -la llamada conferencia dos más cuatro-, mediante la cual la Alemania unificada recobraría su total soberanía nacional.

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