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Francia cuenta con la CE para hacer frente al 'desafío alemán'

En vísperas de la reunificación alemana, la mayoría de los líderes políticos e intelectuales de Francia, país que entre 1871 y 1945 sostuvo tres guerras sin cuartel con su vecino, han llegado a la conclusión de que la construcción de Europa es el único modo de evitar la repetición de la historia. Los líderes franceses saben que su país no puede afrontar solo el desafío alemán, esta vez más político y económico que militar, y por ello intentan apretar el acelerador de la integración de los 12 países de la Comunidad Europea (CE).

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Antes incluso de que los acontecimientos en Europa del Este hubieran puesto sobre el tapete la cuestión de la unidad alemana, François Mitterrand había colocado su segundo septenato en el Elíseo bajo el signo de la construcción europea. Si De Gaulle, afirman los próximos del presidente socialista, fue el artífice del moderno renacimiento de Francia, Mitterrand desea pasar a la historia como el hombre que dio a su país una nueva grandeur (grandeza) convirtiéndolo en el cérebro de la unidad europea.La estrecha alianza entre París y Bonn en ese proyecto ha sufrido un quebranto con la reaparición de la cuestión alemana. El pasado jueves, Mitterrand invitó a cenar al canciller Helmut Kohl y, según fuentes del Elíseo, se encontró con un hombre que, aun proclamando su voluntad europeísta, estaba francamente obsesionado con ser el unificador de Alemania.

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Desde la apertura del muro de Berlín, las relaciones entre París y Bonn han sufrido un enfriamiento. Mitterrand no apreció en absoluto el tener que enterarse por las agencias de Prensa del plan Kohl en diez puntos para la unidad alemana. Por su parte, Kohl no vio con buenos ojos el viaje del francés a Berlín Este, para dar ánimos a una "identidad alemana oriental" que se hunde a ojos vista.

Esta misma semana, Mitterrarid recordó su posición sobre la cuestión alemana en una entrevista concedida a diversos periódicos regionales franceses. El presidente reiteró su convicción en el carácter inevitable de la unificación alemana y subrayó que ese es un derecho de los propios interesados que nadie puede ni debe limitar.

"La aceleración del proceso interalemán", dijo Mitterrand en la citada entrevista, "debe ir acorripañada de la aceleración del proceso europeo".

Ese mensaje, clave de la actual posición francesa, iba dirigido tanto a Kohl como a Margaret Thatcher, el líder europeo tradicionalmente más reticente a apretar el paso en la íntegración de los doce.

París ha dado la más sincera bienvenida a la iniciativa de Delors de convocar una cumbre extraordinaria de la CE sobre la cuestión alemana.

Para Mitterrand sería un gran desastre para Europa que ese asunto sólo fuera discutido entre las dos Alemanias y las cuatro potencias vencedoras de la II Guerra Mundial, de las que Francia forma parte.

La Francia de Mitterrand es asimismo contraria a la idea de "neutralizar" Alemania, según declaró a este periódico su ministro de Exteriores, Roland Dumas.

La implicación de una porción de la futura Alemania unida en la alianza occidental es vista por París como una válvula de seguridad. Tanto frente a la URSS, que sigue siendo la principal potencia militar europea, como frente a la propia Alemania.

El ex presidente y líder de los liberales franceses Giscard d'Estaing es un europeísta convencido y en los años 70 escandalizó a muchos de sus compatriotas al proclamar que Francia había pasado a ser tan sólo "una potencia de rango medio". Giscard cree que, respecto a la cuestión alemana, "la Comunidad Europea debe ser consultada de la misma forma que los cuatro grandes".

Cambiar el sueño de De Gaulle de una Francia por completo independiente por la idea de Europa; aceptar que Francia perdió hace tiempo la posibilidad de un liderazgo exclusivo del Viejo Continente; iniciar la construcción de la Europa política a nivel de los doce antes de que los problemas que traerá la unificación alemana disuelva ese sueño; en todo esto están de acuerdo el presidente Mitterrand, Giscard, el centrista Raymond Barre e incluso el gaullista Jacques Chirac. Y con ellos la mayoría de los pensadores políticos franceses.

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