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Conflicto en el diario israelí 'Jerusalem Post' ante el cambio de línea editorial impuesto por los nuevos propietarios canadienses

VICTOR CYGIELMAN, El Jerusalem Post, uno de los diarios israelíes más prestigiosos y el único que se publica en lengua inglesa, está desgarrado por un conflicto interno que opone a los nuevos propietarios, una compañía canadiense, y a la mayoría de los redactores. El objeto de esta lucha es la línea liberal, juzgada demasiado crítica tanto por los conservadores israelíes como por los nuevos propietarios.

La acción del nuevo presidente-director general del diario ha provocado ya la dimisión del director, así como la de cerca de 30 jefes y redactores.

El sindicato de los periodistas israelí ha hecho un llamamiento a todos los periodistas de lengua inglesa en Israel para que no tomen el puesto de los dimisionarios. El conflicto del Jerusalem Post inquieta a los periodistas israelíes por más de una razón. Por un lado, este esfuerzo por imponer una línea política a un gran periódico independiente no tiene precedentes en el país.

Además, el conflicto nace de la adquisición del Jerusalem Post por un grupo extranjero. En los últimos meses, el magnate Robert Maxwell ha tomado el control de un diario de gran tirada, el Maariv.

En verano fue el grupo canadiense Hollinger Inc., que preside David Radler, el que compró el Jerusalem Post a sus propietarios, un grupo ligado a los sindicatos.Los periodistas israelíes estaban contentos con este flujo de capital extranjero, que, pensaban, permitiría la modernización de las empresas de medios de comunicación. Sin embargo, el grupo canadiense se ha limitado a nombrar a un militar en la reserva, Yehouda Levy- como director general, pero no ha efectuado in versiones en el diario. Levy entró en conflicto con el director, Erwin Frenkel, al tratar de imponer, según los redactores, una línea editorial oficialista pro Shamir.

El mundo periodístico israelí se pregunta ahora si la entrada de capital extranjero en la Prensa no supone el riesgo de transformar los medios en órganos servíciales, bajo un denominador común de una baja calidad.El Jerusalem Post tiene una tirada modesta -alrededor de 30.000 ejemplares-, pero goza de gran prestigio en el extranjero.

Los propietarios canadienses quieren adaptar el periódico a la mentalidad predominante en los judíos que viven en Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido.

"Es posible que muchos judíos norteamericanos no quieran que se les informe día tras día de los enfrentamientos entre soldados israelíes y jóvenes palestinos", comentó un periodista del Jerusalem Post que todavía no ha dimitido.

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