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Los candidatos de Honduras defienden la repatriación voluntaria de la 'contra'

Antonio Caño

Las elecciones presidenciales celebradas ayer en Honduras servirán para prolongar por cuatro años más el monopolio del poder por uno de los dos grandes partidos históricos: el Partido Liberal (en el poder), que presentó como candidato a Carlos Flores, de 39 años de edad, y el Partido Nacional, cuyo candidato, Rafael Callejas, contaba ayer con una ligerísima ventaja para Negar a la presidencia. Ambos candidatos se han pronunciado a favor de la repatriación voluntaria de la contra nicaragüense instalada en territorio hondureño.

Entre el olor de la pólvora en El Salvador y la creciente pasión política en Nicaragua, las elecciones presidenciales en Honduras han quedado reducidas a un aburrido acto democrático, celebrado en medio del desinterés internacional -a causa de la probable intrascendencia de los resultados- y en un clima de renovada tensión con el Gobierno de Managua. Para el principal aliado hondureño, Estados Unidos, estos comicios son un puro trámite que no le obligan a ninguna variación de su política en la región.Elegir entre Flores y Callejas es como hacerlo entre la Coca-Cola y la Pepsi-Cola. Ambos realizaron sus estudios en el Colegio Americano, ambos obtuvieron sus títulos universitarios en Estados Unidos, ambos son conservadores, ambos tienen los mismos planes de reforma económica y ambos han prometido las mejores relaciones con Washington.

En lo que afecta Centroamérica, tanto Callejas como Flores se han declarado partidarios de la repatriación voluntaria de los 10.000 contras que residen en territorio hondureño, pero ninguno los echaría por la fuerza ni oponiéndose a los planes de EE UU.

El poder de los militares

Aunque los militares no están incluidos en el padrón de 2.400.000 votantes, tienen un papel decisivo en la vida política del país. Apartados del Gobierno desde 1982, los militares siguen siendo un poder en la sombra que limita mucho la actividad presidencial.Esta sensación de que todo está atado y bien atado en uno de los países más pobres de América Latina permitió ayer un día de plena normalidad durante la emisión del sufragio.

La mayor tensión se dio en el terreno de las declaraciones con el vecino Nicaragua. Los sandinistas concentraron en días pasados tropas cerca de la frontera de Honduras dentro de sus planes de perseguir a la contra.

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El presidente hondureño, José Azcona, declaró que esa concentración suponía una amenaza para su país y pidió que fuese retirada. Su homólogo nicaragüense, Daniel Ortega, contestó: "Lo que tiene que hacer Azcona es amarrarse los pantalones y sacar a los contras de su territorio".

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