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EL ESTE CAMBIA

Los líderes de la 'primavera de Praga' emergen como alternativa con Dubcek al frente

ENVIADO ESPECIAL Los líderes de la primavera de Praga de 1968, con Alexander Dubcek al frente, han lanzado una ofensiva para agrupar a las fuerzas reformistas y derribar a la dirección inmovilista del Partido Comunista Checoslovaco (PCCh), bajo la dirección de Milos Jakes. Medios del partido comunista aseguran que la dirección política de las reformas de 1968 hacia "un socialismo con rostro humano" ha mejorado decisivamente su posición para volver a la política. "Su capital político es enorme, y muy grandes sus posibilidades de tomar unas riendas que los mediocres dirigentes actuales van a perder".

El grupo Obroda (Renacimiento), formado por miembros del partido comunista purgados tras el aplastamiento de las reformas bajo Alexander Dubcek y marginados durante más de 20 años, es "el ala reformista del partido liquidado en 1969, y cuya falta ha impedido una evolución similar a la húngara o polaca".Fuentes consultadas consideran que el actual secretario general, Jakes, es ya "un cadáver político", cuya caída puede producirse "de inmediato si la manifestación del sábado es suficientemente numerosa, o a más tardar, en el congreso de abril próximo".

La oposición checoslovaca ha convocado mañana conjuntamente manifestaciones en todo el país en demanda de reformas democratizadoras y por la libertad de todos los presos políticos. [La policía detuvo ayer al disidente y autor teatral Vaclav Havel y otros activistas de Carta 77, informa Reuter]. En el partido son cada vez mayores las fisuras. Jakes y sus seguidores se han identificado ya -y condenado, según opinión generalizada- con la política de normalización y represión practicada a partir de 1969.

Otro sector del buró político bajo la dirección del primer ministro Ladislav Adamec intenta salvarse de una operación similar a la habida recientemente en Berlín Este, distanciándose de la agresividad que muestra Jakes hacia 1968, Dubcek y sus seguidores.

Golpe de mano

Sin embargo, hace equilibrios aún para no quedar descabalgado por un golpe de mano de los inmovilistas, que pueden acusarle de no respetar el centralismo democrático en la valoración de aquellos acontecimientos. Pero Adamec sólo será, en el mejor de los casos, el Rakowski (Polonia) o el Grosz (Hungría) de Checoslovaquia. Puede ayudar desde la jefatura del partido a una transición ágil, pero le falta talla intelectual, formación cultural y la confianza de los aliados y la población", señalaba ayer una de las fuentes consultadas. "Pero necesita también convencer de que su opción es la válida a gran parte de los 200.000 miembros del partido que del total de 1,8 millones ostentan cargos en el poder, la Administración y las fuerzas de seguridad".

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Los órganos del partido controlados aún por Jakes califican de "náufragos políticos revanchistas" y "fuerza que daña al socialismo" al grupo Obroda. "Están aterrados [la dirección ortodoxa] por el potencial político de este grupo. No son unos cuantos intelectuales como Carta 77 ni jóvenes ávidos de libertad y tolerancia, pero políticamente inmaduros, sino políticos capaces y muchos de ellos de gran inteligencia y carácter".

"Jakes y sus apoyos en el buró político, Stepan [el jefe del partido en Praga], Zavadil [el jefe de los sindicatos], Iván Knotek y otros ortodoxos, están liquidados. Apostaron públicamente por Ligachov, por Scherbitski y Chebrikov; rezaron por la caída de Gorbachov, y hoy son un baile de cadáveres", señaló ayer un destacado miembro del partido que apuesta por Adamec como figura de transición.

Ante nuevas jornadas de tensión en Checoslovaquia por el 28 de octubre, 71º aniversario de la fundación de la Primera República Checoslovaca, el primer Estado democrático y pluralista del este de Europa, el régimen comunista dirigido por Jakes da crecientes muestras de confusión y pánico. Los cambios en la RDA han creado una inmensa inseguridad en esta facción ortodoxa.

Alexander Dubcek, jefe del partido y símbolo del "socialismo con rostro humano"; su primer ministro, Oldrich Cernik; Wladimir Kadlec, ministro de Educación en el mismo Gobierno, y los cerca de medio millón de miembros del partido expulsados por Jakes tras la invasión de los ejércitos del Pacto de Varsovia se ir perfilan inesperadamente como la gran alternativa de poder.

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