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El presidente surcoreano, contra las cuerdas

La frágil y joven democracia surcoreana atraviesa un Momento muy crítico debido a las presiones cada vez mayores que, el presidente Roh Tae Woo recibe de derecha e izquierda. Roh, que asumió el poder hace más de un año tras una discutida victoria electoral en diciembre de 1987, es acusado por el ala más dura de su partido de no reprimir con fuerza las protestas estudiantiles, en tanto que la oposición cuestiona que el proceso de consolidación democrática sea viable con el actual mandatario. Dos graves sucesos ocurridos en menos de una semana han enturbiado más aún el panorama.El primero de ellos ha sido resuelto por Roh Tae Woo con contundencia, pero ha puesto de manifiesto el cisma abierto entre algunos sectores de la milicia y su antiguo compañero de armas. El presidente destituyó el martes al jefe de la Academia Militar, teniente general Min Pyoorig Don, después de que éste pronunciara un discurso muy crítico contra el Gobierno en un acto oficial celebrado siete días antes y se negara a saludar al jefe del Estado en un gesto que posteriormente corrigió a requerimiento de sus superiores. La Academia ha sido siempre la cuna del golpismo surcoreano y de ella salieron el ex dictador Chun Doo Hwan y el propio Roh. El general Min censuró la política de apertura diplomática hacia los países comunistas y se mostró preocupado ante el deterioro del clima social.

Roh Tae Woo aprovechó la destitución del director de la Academia para realizar un amplio reajuste de mandos que afectará a casi medio centenar de generales en un claro intento de rodearse de hombres más de su confianza.

Un presbiteriano rebelde

El otro de los incidentes todavía no ha terminado, pero ha causado un gran revuelo en el país. Se trata del viaje que un conocido disidente ha realizado a Corea del Norte a invitación del régimen comunista de Pyorigyang, violando las normas de seguridad nacional que prohíben las visitas de ciudadanos surcoreanos al país vecino con el que oficialmente el régimen de Seúl está todavía en guerra. El reverendo presbiteriano Moon Ik Hwan, acompañado de otras tres personas, viajó en secreto el pasado sábado, vía Tokio y Pekín, a Pyongyang y se entrevistó con el máximo dirigente norcoreano, Kim Il Sung. La agencia oficial norcoreana ha dado abundante publicidad sobre el encuentro lo que ha enfurecido a las autoridades de Seúl. Paradó icamente, la reacción oficial surcoreana fue completamente distinta el pasado enero cuando el presidente de la compañía Hyunclai cruzó la frontera para realizar una misión comercial con el benéplacito gubernamental. El reverendo Moon será probablemente detenido si decide regresar a Seúl.

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Fuentes diplomáticas no niegan el peligro de que los últimos acontecimientos sean caldo de cultivo para que se frague un golpe alentado por el ala más dura del Partido para la Justicia Democrática (PJD), el partido en el poder, pero consideran poco probable que llegue a producirse. Lo que sí parece más verosímil es que se desate una campaña de represión contra la extrema izquierda. En cierto modo, tal campaña ya ha comenzado con el allanamiento de domicilios de líderes izquierdistas y la medida de dotar a las fuerzas antidisturbios de rifles automáticos y la orden de que hagan uso de ellos en caso necesario.

Para muchos analistas, Roh Tae Woo trata de contentar tanto a su partido como a la oposición parlamentaria sin que se llegue a comprender si realmente quiere llevar adelante la consolidación de la democracia en Corea del Sur. El pasado día 20, Roh anunció la decisión de suspender indefinidamente la celebración del referéndum que prometió durante la campaña electoral sobre su gestión al frente del poder con el argumento de que esa consulta serviría sólo para aumentar la brecha profunda que existe actualmente dentro de la sociedad surcoreana. La decisión fue muy bien recibida por la mayoría de las fuerzas políticas y especialmente por el líder de la oposición parlamentaria, Kim Dae Jung, consciente de que el referéndum podría ser ganado sin demasiados apuros por Roh.

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