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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Buenos consejos

LA COMUNIDAD escolar pública no universitaria está convocada estos días para elegir por segunda vez a sus representantes en los consejos escolares, los órganos creados por la ley orgánica del Derecho a la Educación (LODE) para la participación de los diversos estamentos de la enseñanza (padres, profesores, alumnos, personal no docente y corporaciones locales) en la gestión de las escuelas e institutos. Las primeras elecciones tuvieron lugar hace tan sólo dos años, y el tiempo transcurrido desde entonces ha sido suficiente para constatar tanto las dificultades de funcionamiento como las posibilidades de unos órganos concebidos por el legislador como principal instrumento democratizador de la escuela.La coincidencia de la etapa de constitución de los nuevos consejos con un momento de clara regresión del interés participativo de los españoles no ha ayudado precisamente a su implantación. Como tampoco ha favorecido a su prestigio la reproducción mimética en su interior de los peores defectos de la colectividad nacional: tendencia a la ideologización del discurso, actuación corporativista de los grupos profesionales y sociales, confusión entre el interés individual y el colectivo y, en lo que se refiere al ámbito estrictamente educativo, la generalizada confusión entre educación y escolarización.

Por otra parte, la convulsión que han vivido los centros escolares en los dos últimos años académicos (dos ejercicios marcados por las movilizaciones de los estudiantes de enseñanzas medias y por una prolongada huelga de los profesores) ha añadido nuevas dificultades a la puesta en marcha de esta incipiente experiencia democrática. La vuelta de la normalidad tras el acuerdo entre los sindicatos de profesores y el Ministerio de Educación y la experiencia acumulada en los dos años de funcionamiento deberían contribuir a que esta nueva etapa de los consejos escolares fuese la de su definitiva consolidación.

Como en otras áreas de la cosa pública, también en la enseñanza la explosión inmediata de cólera ante el conflicto concreto no suele ser seguida, por parte de los grupos sociales implicados, de una más duradera acción de control. Tras la movilización general que los pasados conflictos de la enseñanza provocaron entre las partes concernidas, las elecciones a los consejos escolares tienen el peligro de pasar poco menos que inadvertidas. Y sin embargo, no parece que las atribuciones que la ley concede a estos órganos -entre las que destacan la elección del director del centro, la supervisión de sus programas y de sus presupuestos y el control de la admisión de alumnos- deban ser desaprovechadas por quienes se sientan justificadamente preocupados por la alarmante falta de calidad de la enseñanza en España. Pese a los fallos y deficiencias y a la inexperiencia colectiva en los comportamientos democráticos, los consejos escolares siguen siendo un buen instrumento para articular el diálogo entre la sociedad y su sistema educativo.

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