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Las diferencias sobre el Sáhara deslucen la reunión de los países del Magreb

Las profundas diferencias sobre el Sáhara occidental de Marruecos con el resto de sus socios en la construcción del Gran Magreb deslucieron ayer la reunión en Rabat de la Comisión Política que elabora un proyecto de unión de los cinco países árabes del norte de África. Aunque el discurso oficial insistía en que "todo va bien en el mejor de los mundos posibles", los marroquíes no podían olvidar que, dos días atrás, todos sus huéspedes votaron en la ONU a favor de una resolución que exige conversaciones directas entre el reino jerifiano y el Frente Polisario.Rabat acogió ayer con una sonrisa de bienvenida meramente cortés a los importantes dignatarios venidos de Argelia, Túnez, Libia y Mauritania. El diario opositor L'Opinion hizo constar que el conflicto del Sáhara supone "un importante obstáculo, que puede hipotecar seriamente la construcción del Gran Magreb".

La delegación argelina era de primera categoría e incluía a Mohamed Cherif Mesadía, el número dos del FLN, que hacía así su reaparición política desde la revuelta popular que sacudió a Argelia a comienzos de octubre. La presencia de Mesadía disipó los rumores que corrían en Argel acerca de su encarcelamiento o exilio.

La llamada Comisión Política del Gran Magreb debe elaborar las líneas generales del proyecto de unión de los cinco países, que deberán ser aprobadas por una cumbre de los respectivos jefes de Estado a fines de este año o comienzos del próximo. Salvo Libia, que desearía la unión total, los participantes en el proyecto del Gran Magreb lo ven como una especie de reproducción norteafricana del modelo de la Comunidad Europea.

Fuentes marroquíes señalaron a EL PAÍS que la reunión debería haber tenido lugar en principio en Fez, a fin de que el rey Hassan II, residente en la actualidad en su palacio de Ifrán, pudiera presidir la apertura. En un país donde los detalles de protocolo tienen un alto significado, la celebración del encuentro en un ministerio y el que la bienvenida fuera ofrecida por un miembro del Gobierno y no por el jefe del Estado evidenciaron el descontento marroquí.

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