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Menos peregrinos de los previstos en la beatificación de los españoles fray Junípero Serra y Josefa Naval

Juan Arias

Juan Pablo II beatificó ayer por la mañana, entre otros, a los españoles fray Junípero Serra, franciscano mallorquín, y Josefa Naval Girbes, seglar valenciana, en una solemne ceremonia celebrada bajo un sol de verano y con una participación de peregrinos muy inferior a la prevista. Durante la beatificación de fray Junípero, el Papa se expresó por vez primera en catalán, hecho que no se repitió cuando beatificó a Josefa Naval, lo que provocó la frustración de los peregrinos valencianos.

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Algunos de los devotos del nuevo beato franciscano -considerado el "héroe de California" por haber sido el gran evangelizador de aquel país-, llegados desde Baleares, se echaron a llorar de emoción cuando oye ron al papa Wojtyla hablar en su lengua. Por el contrario, los numerosos valencianos que ha bían llegado, algunos a pie, haciendo relevos, para asistir a la beatificación de Josefa Naval Girbes, costurera nacida en Al gemesí, se quedaron esperando en balde que el Papa les habla se también en su idioma.La popularidad de fray Junípero Serra, tanto en España como en los Estados Unidos, había hecho pensar a los fran

ciscanos que sólo para asistir a la beatificación del nuevo beato habrían venido a Roma no me nos de treinta-mil personas, por lo que el Vaticano decidió orga nizar el solemne acto en la pla za de San Pedro. Pero los cálculos no se cumplieron, ya que se congregaroil un total no superior a veinte mil fieles, in cluyendo a todos los devotos de los seis nuevos beatos.

Milagro

Lo más emotivo de la ceremo nia fue probablemente la pre sencia en la plaza de San Pedro de Brendan O. Rourke, el niño de cinco años, enfermo de SIDA a causa de una transfusión de sangre que recibió al nacer, y a quien el papa Wojtyla había abrazado en San Francisco durante su pasado viaje a EE UU.

El padre Noel Moholy, vicepostulador de la causa de beatificación de fray Junípero, está convencido de que el nuevo beato hará el milagro, que serviría en dicho caso ya para su canonización.

Presente en la ceremonia, además del pequeño enfermo del mal del siglo, a qui . en el Papa dio la comunión, estaba también la monja Mary Boniface Dryda, milagrosamente curada de cáncer por intercesión de fray Junípero hace 28 años y que hoy, a sus 72, se encuentra muy bien. Este milagro originó el desbloqueo de la causa de beatificación del misionero mallorquín. A su lado estaba otra monja joven, de 30 años, sor Ann Clare Johnson, gravemente enferma también de cáncer, a quien, según los médicos, le queda muy poco de vida y que ha pedido también el milagro a fray Junípero.

La representación española estaba encabezada por el presidente de las Cortes, el mallorquín Félix Pons; el subsecretario de Exteriores, Inocencio Arias; el director general de Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia, Ricardo Zalacaín; el director para las relaciones con la Santa Sede del Ministerio de Exteriores, José Luis Aguilar, y los alcaldes de Petra y de Algemesí, cunas respectivamente de fray Junípero y de la "señora Pepa", como llamó cariñosamente a la nueva beata ayer, durante la ceremonia, el arzobispo de Valencia, Miguel Roca Cabanellas.

Juan Pablo II recibirá hoy a los peregrinos españoles. Ayer tarde, el embajador español ante la Santa Sede, Jesús Ezquerra, ofreció una recepción en la Embajada de plaza de España, a la que además de los representantes del Gobierno y de los 20 obispos españoles (ningún cardenal), acudieron numerosas e importantes personalidades de la Curia Romana (muchos cardenales) y la comunidad española en Roma, junto con cientos de peregrinos españoles, sobre todo mallorquines y valencianos.

Castigo y perdón

Juan Pablo II no hizo ningún comentario ayer, durante la ceremonia, a las duras reacciones de las comunidades indias de Estados Unidos, que consideran a fray Junípero Serra como explotador de indígenas" durante los tiempos de la colonización española y no un santo. El Papa se limitó a decir que el nuevo beato fue un misionero con "mucha paciencia, perseverancia, humildad, intuición y coraje". En el folleto oficial del Vaticano se recuerda que fray Junípero había dejado escrito que en caso de que los indios, que a sus 56 años le llamaban "el viejo", acabaran asesinándole, al asesino o asesinos debería hacérseles saber "tras un moderado castigo", que el misionero "les perdonaba".

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