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Instituciones Penitenciarias quiere hacer la prueba de la hepatitis B y del SIDA a 25.000 presos

El Ministerio de Justicia ha ordenado analizar la sangre de los 25.000 internos de las prisiones sobre las que tiene competencia -todas, menos las de Cataluña- para averiguar si presentan signos de la hepatitis B y, previo consentimiento del recluso, si poseen anticuerpos del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Sanidad desea dar jeringuifias a los presos yonquis para frenar él contagio del SIDA -idea avalada por los parlamentarios de los 21 países del Consejo de Europa reunidos hace una semana en Atenas-, pero Justicia rechaza esta medida por dudar de su eficacia e Interior evita pronunciarse públicamente.

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Un portavoz del Ministerio del Interior niega que este departamento tenga una "posición monolítica" al respecto y rehúsa entrar "en el juego de mostrar diferencias en el seno del Gobierno, entre ministerio y ministerio, ante la comprensión de un problema".El Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Sanidad, analizará las pruebas del SIDA y evaluará los resultados para evitar, según Justicia, toda sospecha de manipulación o, de violación de la confidencialidad sobre la identidad de los infectados. Esta campaña tiene como primer fin vacunar a la población reclusa contra la hepatitis B y la tuberculosis, de las que en 1987 se dieron 644 y 79 casos, respectivamente.

Justicia, cuyo titular es Fernando Ledesma, espera acabar así "con la guerra de cifras" sobre la incidencia del SIDA en prisión y tener unos datos fidedignos sobre la magnitud de este problema que permitan estudiar soluciones.

El director general de Instituciones Penitenciarias, José Manuel Blanque, cifra el nivel de contagio del SIDA en las cárceles españolas en un 18,7% -porcentaje superior al de todas las cárceles analizadas en el reciente congreso sobre el SIDA en Estocolmo-,y considera inflados los estudios que hablan de un 75% de infectados en la prisión de Basauri (Vizcaya), o un 44% en las de Carabanchel o Yeserías (Madrid).

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45% en Cataluña

Sin embargo, datos de otras prisiones avalan que dichos porcentajes no son tan descabellados. Vicente Martín, responsable de la sanidad de las prisiones catalanas, afirma que un estudio realizado por la Ge.neralitat en dos centros sobre el ciento por ciento de los reclusos arrojó un 45% de infectados, porcentaje que extrapola a las demás cárceles de la región. Profesionales sanitarios vascos estiman que en las prisiones de Martutene (Guipúzcoa) y Nanclares de la Oca (Álava) las tasas de infección son, respectivamente, 55% y 38%. Y Rafael de Andrés, secretario general del Plan Nacional contra el SIDA, estima en unos 8.000 a 10.000 los presos contagiados (un tercio del total).

Los profesionales sanitarios coinciden en que la mayoría de los presos se han infectado fuera dela cárcel y en que la mayor parte de los contagios que se producen dentro del recinto carcelario se deben a que se comparten las jeringuillas. Según varios estudios, los presos con adicción intravenosa están contagiados entre un 10% y un 15% más que los que se pican en la calle. Esto se debe tanto a que los yonquis presos llevan más tiempo drogándose como a que dentro es diricil no compartir la jeringuilla.

Las divergencias surgen a la hora (le decidir si se deben repartir o no jeringuillas entre los presos yonquis. El director general de Instituciones Penitenciarias, José Manuel Blanque, resume así la posición de Justicia: "Que se nos demuestre que el reparto de jeringuillas palia en alguna medida los problemas del SIDA en prisión. Si existe esa demostración, si salva una vida, y los beneficios son mayores que los inconvenientes, se hará".

Sanidad, según un portavoz, está convencida de la bondad de la medida. "Se están picando con cualquier cosa; si van a seguir drogándose, nos interesa que sea con una jeringuilla que esté bien. Las experiencias demuestran que cuando se han repartido jeringuillas nunca ha pasado nada de lo que se teme".

Este portavoz de Sanidad admite que Justicia es últimamente algo más receptiva a esta idea, por lo que no duda de que ,,al final acabará por hacerse". Este proyecto significaría que la jeringuilla se entregaría por los servicios médicos de la prisión a los reclusos que la soliciten, previa entrega de la ya utilizada. Blanque estima que pocos yonquis acudirán a pedir públicamente una jeringuilla y teme que quienes lo hagan sólo busquen comerciar con ellas.

Ángel Lara, subdirector general de Instituciones Penitenciarias, recuerda que "el uso de drogas en prisión está prohibido; luego facilitar su consumo no parece muy lógico". Sanidad desearía paralelamente desarrollar en prisiones planes de sustitución de la heroína por metadona u opiáceos similares para desenganchar a los reclusos tanto del caballo como de la vía intravenosa, proyectos que Justicia no ha asumido aún.

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