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Boligrafos o lejía, otras opciones

Los presos ya pueden disponer de preservativos, pero esto tiene relativa trascendencia para evitar contagios intramuros. Según un estudio sobre las prisiones madrileñas, sólo un 1% de los reclusos mantiene prácticas homosexuales, y, de ellos, apenas un 9% resulta infectado de SIDA. A esto se suma que al menos un 9%. de los reclusos se contagió al tatuarse,Pero el principal foco de infección es la jeringuilla. No en vano, el 60%. de la población reclusa de muchos centros es yonqui. Una jeringuilla en prisión, según expertos, llega a costar 2.000 pesetas -en la calle, unas 37- y puede ser usada hasta 400 veces.

"En las prisiones ni se cura ni se rehabilita la drogodependencia. La heroína que entra es menor que la que hay en la calle, y para rentabilizarla se adultera más, con lo cual para sacarle mayor sensación se recurre a la vía intravenosa. Y con una sola aguja se pinchan unos 25 presos", explica F. A., que dejó Carabanchel hace un año. La polémica sobre el reparto de jeringuillas este ex recluso la ventila de un plumazo: "Es ponerse una venda en los ojos porque de hecho las jeringuillas ya existen. Unas pasan en paquetes de alimentos, otras las pasan los familiares, y otras las meten fancionarios".

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Su ausencia provoca barbaridades: "He visto una jeringuilla hecha con un bolígrafo bic quemado, con una aguja en la punta y un émbolo. Eso supone una monstruosidad. No la puedes desinfectar, se quedan coágulos de sangre y va infectando a todos lo que la usan. La droga existe en la cárcel, cuanto mayor control sanitario haya menos muertos habrá". De la jeringuilla-bie, el subdírector de prisiones, Ángel Lara, opina: "Eso indica que no es tan fácil introducir jeringuillas en la cárcel".

"Hay consumo de droga"Profesionales sanitarios y miembros de la Federación Anti-Sida estiman que Justicia se opone porque significaría aceptar que los presos se drogan, aunque el director de prisiones, José Manuel Blanque admite: "Hay consumo de drogas en prisión, quizá mayor del que desearíamos". "Yo hago una apuesta que en Carabanchel en un día cualquiera con 10.000 pesetas compró cinco papelinas de cinco caballos diferentes", reta F. A.

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"Las autoridades pertinentes se niegan a ofertarjeringuillas o programas de desintoxicación, muy solicitados por los reclusos. Esta negativa se ampara en la afirmación de que en la cárcel no hay droga. Pero esta razón no es válida; en la mayoría de las cárceles existe droga, mucha droga", reza un informe sobre las prisiones madrileñas de la doctora Concepción Colomo.

Fuentes del Plan Nacional contra la Droga anuncian que estudian la posibilidad menos polémica de repartir desinfectantes, tipo lejía, a los presos para esterilizar las jeringuillas, medida que según Vicente Martín, responsable de la sanidad de las prisiones catalanas, ya funciona en esta región.

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