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"Trofeos de guerra"

La gorra de 'el Jaro', fotos de Melodie y un flotador son algunos de los recuerdos que la policía guarda

Amelia Castilla

La gorra que llevaba puesta José Joaquín Sánchez Frutos, el Jaro, la noche que murió estuvo durante años colgada en el despacho del Grupo de Policía Judicial de la comisaría de Chamartín. La guardaron como recuerdo de los muchos disparos que se intercambiaron con la primera banda de delincuentes juveniles. Para la policía, ellos son los choros, y para los chicos malos de la ciudad, los otros son la bofia. Policías y ladrones se enfrentan a una guerra diaria. A veces, cuando se realiza lo que en el argot policial se denomina un buen servicio, se guardan algún pequeño detalle. Son trofeosde guerra.

Los miembros de la banda de el Jaro que no han muerto se encuentran ahora en prisión con varias causas pendientes a sus espaldas. Guillermo Segura Molina, el Guille, el lugarteniente del grupo, abandonó no hace mucho la cárcel de Alcalá Meco tras pasar una larga temporada a la sombra.El Jaro llevaba puesta una gorra de cuadros con visera, típicamente madrileña, la noche que un vecino del paseo de La Habana le disparó con un rifle de los utilizados para cazar elefantes.

La silla de inválido que utilizó José Andrés González, conocido como Jim Cadaverius, para transportar a un joven de 14 años al que mató en un edificio ruinoso del complejo del Niño Jesús, permaneció también durante muchos meses en la comisaría de La Estrella.

El crimen tuvo un móvil sexual, se llevó a cabo en la primavera de 1981 y dos años después fue detenido el autor.

El loro

El Grupo Cuarto de la Brigada Central de Estupefacientes tiene como mascota del equipo un loro. Los policías, que en los últimos días han asestado un duro golpe a la banda de narcotraficantes el cártel de Medellín, utilizan el loro para realizar las pruebas detectoras de droga.El mismo grupo guarda un flotador del Lady K, un barco de bandera panameña donde se intervinieron 50 kilos de cocaína y 30.000 kilos de marihuana. "Uno de los mejores servicio", dice un miebro del grupo. "Sacaron del barco cuatro camiones cargados de yerba".

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En el despacho del Grupo de Delincuencia Organizada, el grupo que resolvió el secuestro de la niña Melodie Nakachian, se conservan las numerosas fotos que los hombres de la policía se hicieron con la pequeña.

También se guardan copias de todas las cintas enviadas por los secuestradores a la familia en la que Melodie, con la voz rota, pedía a su padre que pagara lo que pidieran los secuestradores.

Manuel Prieto, jefe de la Brigada Regional de Policía Judicial, asegura que no es habitual quedarse con nada, "quizá algo curioso, una navajilla, un llavero o un mechero de esos en que aparecen chicas desnudas".

El jefe de la brigada explica que aquellas cosas que tienen un valor didáctico o pueden ser objeto de estudio se envían a la escuela o se mandan a los museos. La escuela de policías fue el organismo al que se envió la primera lanza térmica utilizada por unos delincuentes para asaltar un banco.

Al inspector Aurelio, uno de los funcionarios del Grupo de Homicidios que investigó el triple crímen de la calle de Alcalde Sainz de Baranda, le hubiera gustado llevarse a casa el canario de Benita Carretero, asesinada junto al matrimonio Gadner en su vivienda.

El pajaro, único testigo de la matanza, era codiciado también por el portero de la finca, Gerardo Ruiz, quien, finalmente, se lo quedó para que lo cuidara su hijo.

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