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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Deshielo greco-turco

LAS CONVERSACIONES entre los primeros ministros de Grecia y Turquía, Andreas Papandreu y Turgut Ozal, celebradas durante el pasado fin de semana en la estación invernal de Davos, en Suiza, han servido para desbloquear las relaciones entre estos dos países, miembros ambos de la OTAN, pero cuya rivalidad histórica ha dado origen a numerosos contenciosos y que todavía hace un año vivieron una crisis que estuvo a punto de provocar un conflicto bélico en aguas del mar Egeo. Se trata de las primeras negociaciones al máximo nivel desde hace una década, y su resultado más visible es la institucionalización de unas relaciones hasta ahora inexistentes. Los dos políticos se encontrarán una vez al año e intercambiarán visitas oficiales. El comunicado conjunto difundido tras la entrevista pone el acento en el establecimiento de un clima de confianza mutua en las relaciones greco-turcas. Es el inicio del deshielo.Eso, que entre otros países miembros de una alianza parecería obvio, en este caso es casi insólito. Es cierto que los problemas de fondo permanecen, pero sin el inicio de reconciliación ahora ensayado -cuya virtualidad mayor reside en su posible repercusión en la psicología de las poblaciones respectivas- tales problemas seguirían enquistados, manteniendo viva la amenaza latente de un enfrentamiento.

Si se tiene en cuenta la distancia que separa las posiciones griegas y turcas en problemas esenciales, como Chipre y la delimitación de las fronteras marítimas en el Egeo, no puede sorprender el silencio del comunicado sobre esos temas específicos. Por ahora, cada parte ha mantenido sus posiciones. Pero la reunión de Davos significa un intento de plantear esos problemas desde la perspectiva del diálogo y la negociación. Para ello se han creado cauces nuevos, incluyendo un comité para la cooperación económica. Al mismo tiempo, se intensificarán los intercambios de personas representativas de las sociedades respectivas e influyentes en la opinión pública.

Desde el punto de vista turco, un problema esencial hoy para el Gobierno de Ozal es el ingreso en la Comunidad Económica Europea. Tal objetivo es inalcanzable sin una normalización de las relaciones con Grecia. El simple hecho de que se establezca un mejor clima es, para Ozal, un factor favorable, y no parece que ello le haya supuesto -según lo publicado hasta ahora- ninguna concesión decisiva, ni en el tema de Chipre -en el que la actitud turca es negativamente juzgada por la mayoría de los miembros de la ONU-, ni en la cuestión marítima.

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Por parte de Andreas Papandreu, muy rígido en las relaciones con Ankara desde que formó Gobierno, en 1981, este paso se encuadra en una situación interior difícil, con graves problemas económicos y sociales, y una perspectiva poco favorable de cara a las próximas elecciones, que quizá deberá convocar en 1988. Es positivo que, en vez de fomentar sensibilidades nacionalistas, como en otras ocasiones, Andreas Papandreu se presente ahora ante la opinión pública como defensor de la reconciliación con Turquía.

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