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ESCÁNDALO EN WASHINGTON

Reagan pide al Congreso que otorgue inmunidad a Poindexter y North para que digan lo que saben

Francisco G. Basterra

El presidente estadounidense, Ronald Reagan, solicitó ayer al Congreso que otorge inmunidad a los principales responsables del Irangate, el teniente coronel Oliver North y el ex consejero de Seguridad Nacional John Poindexter, en un intento de evitar el lento goteo, de revelaciones que amenazan con desintegrar su presidencia y persuadirles a testificar. No se trata de una amnistía o de un perdón presidencial, afirmó la Casa Blanca, sino de abrir los labios de North y los de su jefe a cambio de que sus declaraciones no puedan ser utilizadas contra ellos en un eventual procesamiento.

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En el caso Watergate, la concesión de inmunidad a John Dean, el asesor legal del presidente, fue clave para desentrañar el escándalo que provocó la caída de Richard Nixon.El presidente Reagan solicitó ayer una inmunidad limitada (use inmunity) al Comité de Información del Senado "para acabar de una vez por todas con este asunto" y conseguir la colaboración de los dos principales implicados, que hasta ahora han escudado su silencio en la enmienda quinta de la Constitución, por la que no se puede obligar a nadie a declarar contra sí mismo.

North, por primera vez, sugirió ayer que estaría dispuesto a hablar si obtiene a cambio protección legal. La inmunidad cuya concesión Reagan solicita inmediatamente, "es esencial y absolutamente necesaria para seguir con los asuntos del Gobierno", admitió el portavoz de la Casa Blanca, Larry Speakes. La Administración está absolutamente paralizada, y el periódico The Washington Post afirmó ayer en su editorial que la presidencia de Reagan "se está desintegrando". Ayer aparecieron nuevos datos que conectan al vicepresidente, George Bush, con la vertiente nicaragüense del escándalo.

El presidente del Comité de Información del Senado, Dave Durenberger, rechazó ayer la idea de concesión inmediata de inmunidad. Durenberger, en una acusación directa a Reagan, afirmó que todo este asunto "es un intento deliberado de un grupo reducido dentro del Ejecutivo, incluido el presidente, de evitar el control parlamentario". Los demócratas partidarios políticamente de una crisis lenta que vaya acabando poco a poco con la presidencia y con las expectativas del Partido Republicano por mantener la Casa Blanca en 1988, se han opuesto hasta ahora a la concesión de inmunidad.

El presidente ha escuchado a los que le piden, incluso desde su propio partido, que tome urgentemente la iniciativa para que no sean el Congreso y la Prensa quienes descubran, en un penoso juicio diario, nuevos datos del escándalo de la venta de armas a Irán y el desvío de fondos a la contra.

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El drama ya ha provocado la baja física de uno de sus principales actores, el, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), William Casey, hospitalizado con un ataque cerebral. Documentos sobre la operación iraní, pertenecientes a uno de los intermediarios, el iranínorteamericano Albert Hakim, han sido robados, y un testigo de la red privada de ayuda a la contra, que estaba dispuesto a hablar, ha muerto de una sobredosis de heroína.

La decisión de Reagan, en caso de que el Comité de Información del Senado conceda la inmunidad solicitada, cubrirá en la práctica a North y Poindexter de un procesamiento derivado de sus declaraciones, si es que se demuestra que violaron las leyes. Pero existe la posibilidad legal de que fueran procesados, antes de la concesión de la inmunidad, que puede tardar un mes, por otros hechos que consigan probar el fiscal especial, aún no nombrado, o el Ministerio de Justicia.

Reagan no desea evitar el procesamiento de los responsables sino que salgan a la luz los hechos lo más rápidamente posible, explicó la Casa Blanca. La impotencia provocada por el silencio de los actores claves del drama y la frustración consiguiente del presidente explican la decisión presidencial, que es criticada por los que creen que se trata, de hecho, de una amnistía anticipada.

Donald Regan testifica

Donald Regan, el jefe del Gabinete presidencial, que se vanagloria de ser quien realmente manda en la Casa Blanca, testificó ayer, a puerta cerrada, ante el Comité de Información del Senado, que quiso saber quién autorizó a North y a Poindexter a dirigir, por libre, la operación iraní y a desviar fondos para la contra. Regan afirmó que no sabía nada de los fondos destinados a la contra.

El secretario de Estado, George Shultz, también declaró ayer ante el Comité de Información del Senado, y hoy lo harán el secretario de Defensa, Caspar Weinberger, y el ministro de Justicia, Edwin Meese. El Congreso designó también ayer al comité especial del Senado que, a partir de enero, investigará el Irangate.

Este comité de 11 miembros, seis demócratas y cinco republicanos, será presidido por el senador demócrata por Hawai, Daniel Inouye, quien también participó en la investigación parlamentaria del Watergate.

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