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ETA ASESINA DE NUEVO

Mueren nueve guardias civiles al estallar un coche bomba en Madrid

JUAN JOSÉ ECHEVARRIA, Nueve miembros de la Guardia Civil resultaron muertos y al menos 56 personas más heridas en un atentado terrorista perpetrado en Madrid presumiblemente por ETA Militar. El atentado se produjo a las 7.48, en la plaza de la República Dominicana, al hacer explosión un potente artefacto, compuesto por unos 50 kilos de Goma 2 y abundante tornillería, colocado en un vehículo, en el momento en que pasaba un autobús de la Guardia Civil en cuyo interior se encontraban 58 miembros de este cuerpo, seguido de un microbús y un coche escolta del cuerpo. La explosión afectó a los dos primeros vehículos del convoy, a otros 11 vehículos que se hallaban en las inmediaciones ya las fachadas y cristales de los inmuebles vecinos. De los 56 heridos, 11 son civiles, y el resto, guardias.

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Los nueve fallecidos eran alumnos de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil y, se trasladaban desde el cuartel de esta división, en el número 250 de la calle del Príncipe de Vergara -a dos manzanas del lugar del atentado-, a la Venta de la Rubia, en las afueras de Madrid, donde desarrollaban unos curso de preparación. El autobús, seguido por un microbús y un coche escolta del cuerpo, no variaba su horario, al menos en los últimos días, y realizaba el mismo recorrido: dejaba Príncipe de Vergara para entrar en la carretera de circunvalación M-30 por la calle de Costa Rica, informaron vecinos de la zona.En el momento en que el autobús de la Guardia Civil, matrícula PGC-0015-E y marca Pegaso, giraba en la plaza de la República Dominicana para desviarse hacia la calle de Costa Rica, un artefacto colocado en una furgoneta marca Sava, matrícula CR-0185-A, hizo explosión. Quedó destrozada toda la parte traseray el lateral derecho del vehículo militar, en el que viajaban 58 guardias.

El microbús de la Guardia Civil, que seguía a escasa distancia al autobús, resultó igualmente afectado, con los cristales rotos, aunque los principales destrozos se limitaban a su parte delantera. La explosión produjo asimismo importantes, desperfectos a 10 turismos que se encontraban en las inmediaciones y a un taxi estacionado en la parada de la plaza. Por su parte, el vehículo escolta de la Guardia Civil, un Seat Ritmo, quedó descolgado del convoy en el momento, de la explosión, al detenerse en el sernáforo previo al cruce.

La onda expansiva afectó igualmente a las fachadas y al interior de los inmuebles situados en los alrededores, especialmente al número 8 de la plaza de la República Dominicana, a cuya altura se encontraba aparcado el coche bomba. Graves desperfectos se obervaban en varios establecimientos situados en la plaza: una agencia de viajes, una tienda de comestibles, una perfumería y un quiosco de Prensa, entre otros. La mayoría de los cristales de los inmuebles vecinos, en un radio de 100 metros, quedó rota como consecuencia de la explosión, así como marcos de las ventanas más próximas al lugar del atentado.

Daños en el 'metro'

El acceso al metro de la estación de Colombia, situado a unos seis metros de donde se encontraba estacionado el coche bomba, tuvo que ser cerrado ayer. "La onda expansiva provocó el desprendimiento de los falsos techos del vestíbulo de la estación y la mayor parte de las instalaciones fijas existentes en el mismo, con desprendimiento de las puertas de acceso y otros desperfectos en dependencias interiores", según señalaba un comunicado de la Compañía Metropolitana hecho público poco después del atentado.

Fuentes de la Delegación del Gobierno en Madrid informaron que el coche bomba, que quedó convertido en un amasijo de hierros deformes, se encontraba estacionado en aquel lugar desde el pasado miércoles. Su matrícula era falsa, y el artefacto, oculto en el maletero, estaba cubierto por papel higiénico.

Fuentes de la Guardia Civil señalaron que el explosivo estaba compuesto por unos 50 kilogramos de Goma 2, tuercas y eslabones de cadenas de hierro a modo de metralla. Fuentes policiales precisaron que la bomba fue accionada mediante un mando a distancia, por lo que los autores materiales se podían encontrar a una distancia de 150 o 200 metros.

Tras la explosión, según señalaron testigos presenciales, se desató una espesa humareda, que alcanzaba hasta el cuarto piso del inmueble vecino. Chatarra de los vehículos afectados se podía observar en un radio de 70 metros. Los cuerpos de dos de los guardias civiles muertos quedaron tendidos. en la calle. Otros dos fueron sacados del interior del vehículo. Uno de ellos tenía las piernas seccionadas y otro presentaba la cabeza prácticamente cortada, según personas que en un primer mornento colaboraron en las tareas de rescate. Los otros cinco fallecidos murieron en el traslado o ya ingresados en la ciudad sanitaria La Paz.

Controles policiales

Municiones de las armas de los guardias que se encontraban en el interior del autobús hicieron explosión tras el atentado, según manifestaron testigos presencialess. Las labores de rescate de los guardias heridos en el interior del autobús se prorrogaron por espacio de más de 15 minutos, según personas que intervinieron en el mismo. "La escena era dantesca, ya que algunos de mis compañeros estaban irreconocibles", señaló un guardia civil que colaboró en el salvamento.

Tras el atentado, la policía estableció un cordón de seguridad en torno a la plaza afectada. Los

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bomberos extinguieron el fuego y las grúas retiraron los vehículos.

Especialistas en explosivos de la policía extrajeron muestras del artefacto para determinar la cantidad y materiales utilizados en el atentado. El juez de guardia ordenó antes de las 9.30 retirar los cadáveres. Pasadas las 10.00 horas, los restos de la furgoneta utilizada como coche bomba, fue trasladada a dependencias policiales con la intención de continuar el examen de la sustancia explosiva. Por otro lado, la policía y la Guardia Civil establecieron controles en las salidas de Madrid.

La identidad de los fallecidos es la siguiente: Andrés José Fernández Pertierra, Antonio Lancharrao Reyes, Jesús Jiménez Jimeno, José Joaquín García Ruiz, Jesús María Freixes Montes, Carmelo Bella Álamo, José Calvo Gutiérrez, Miguel Ángel Cornejo Ros y Santiago Iglesias Godino. Todos ellos se hallaban en la tarde de ayer en el Instituto Anatómico Forense, si bien los cinco últimos fueron trasladados inicialmente a La Paz. Todos ellos eran alumnos en prácticas de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil y cursaban estudios para optar a ser números de este cuerpo de seguridad. Además de los fallecidos, el atentado terrorista produjo heridas en 56 personas, de las cuales 11 son civiles.

La capilla ardiente con los restos de los nueve guardias civiles se instaló ayer en la Dirección General de la Guardia Civil. Allí, junto a los familiares y compañeros -algunos de ellos con rastros de heridas-, acudieron, entre otros, el secretario de la Casa Real, Sabino Fernández Campo; el jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante Ángel Liberal Lucini; el director general de la Guardia Civil, José Antonio Sáenz de Santamaría, y el presidente de Alianza Popular, Manuel Fraga. El ministro del Interior, José Barrionuevo, aguardó en el lugar la llegada de los féretros con los cuerpos de los fallecidos, que fueron recibidos con honores. Los ataúdes estaban cubiertos por la bandera nacional, con un tricornio encima.

Está previsto que el funeral se realice hoy en el mismo lugar.

Consignas 'ultras'

En el lugar del atentado -donde algunos ciudadanos colocaron ramos de flores- se congregaron un par de centenares de personas que se arremolinaron en torno a los vehículos siniestrados.

Algunos grupos gritaron consignas ultraderechistas, como las que pedían la libertad de Antonio Tejero, ex teniente coronel, condenado por la intentona golpista del 23-F, y se corearon frases contra el Gobierno y a favor del restablecimiento de la pena de muerte. En el momento en que se extraían los cadáveres de dos de los guardias civiles del interior del vehículo, los gritos y consignas ultras arreciaron, así como los insultos y provocaciones contra los informadores de diversos medios de comunicación.

Un comunicante anónimo anunció ayer, mediante una llamada telefónica a la agencia de noticias France Presse, que el Grupo José Antonio del Batallón Vasco Español pretende matar a diez exiliados vascos en Francia.

Antonio Rubio, redactor gráfico de Interviú, denunció ayer haber sido golpeado en la cara y los testículos por un capitán del Cuerpo Nacional de Policía y dos personas de paisano cuando tomaba fotos en el lugar del atentado.

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