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El enfrentamiento Clemente-Sarabia reúne dos días seguidos a la directiva del Athlétic

El entrenador del Athlétic de Bilbao, Javier Clemente, que al finalizar el partido del pasado domingo contra el Hércules afirmó que Sarabia, excluido de las convocatorias en los tres últimos encuentros, no volvería a alinearse en el equipo de San Mamés, acabó admitiendo, en una de las numerosas entrevistas radiofónicas que se le hicieron tras efectuar tan drástica declaración, que el problema de fondo, que en principio se había negado a revelar, era de disciplina en el campo". La directiva del Athlétic, que ayer mantuvo una reunión informal, volverá a reunirse hoy en pleno para tratar el asunto.

Según el técnico, Sarabia no cumplía en el terreno sus instrucciones técnicas y la gota que colmó el vaso se produjo hace 15 días en el estadio insular.De las primeras declaraciones de Clemente parecía deducirse que el entrenador quería dar a entender que era entre los propios compañeros del delantero bilbaíno donde residía la verdadera causa del apartamiento de Sarabia del equipo. Frases como no es un problema técnico, sino de equipo", "no puedo arriesgar medio equipo por un solo jugador, por extraordinario que sea", "el valor más importante es la plantilla" y otras similares así lo indicaban, especialmente si se unían a la sorprendente revelación de que el verdadero motivo era desconocido tanto por la directiva como por el propio Sarabia, pero no así, según dijo, "por el resto de los jugadores".

La sospecha era avalada, por lo demás, por la insinuación del propio Clemente, hace unos meses, cuando, con ocasión de otro episodio similar, comentó ante varios informadores: "Os sorprendería saber cuál sería la alineación titular si el equipo fuera confeccionado por votación entre todos los jugadores de la plantilla". A mayor abundamiento, el preparador bilbaíno declaró el domingo que no existía ningún problema personal entre el jugador y él.

Charla técnica

Se sabe que Clemente se reunió el domingo por la mañana con los 15 jugadores convocados para el partido de la tarde y que la habitual charla técnica versó esta vez casi en exclusiva sobre la ausencia de Sarabia y su posible influencia en el ambiente que iba a rodear el encuentro. Sin embargo, personas muy relacionadas con la vida interna del equipo niegan que existan problemas del género insinuado por Clemente y lo más que admiten dichas fuentes es que quizás el propio entrenador haya llegado, de buena fe, a creer contar, en relación a su actitud para con Sarabia, con una solidaridad de los demás jugadores, que dista de existir, al menos, en el momento actual. Por su parte, Sarabia ha jurado y perjurado estos días que no tiene ningún problema con ningún compañero y que se lleva bien con todos. Aparentemente, al menos, así parece por los detalles externos, como los abrazos y felicitaciones tras sus goles.Clemente, y éste es un rasgo psicológico suyo muy característico, ha solido aceptar mucho mejor las críticas a su labor o al rendimiento del equipo que las alabanzas, desmedidas en su opinión, a Sarabia. Según ha comentado en alguna ocasión, sin explicar cómo había llegado a tal conclusión, esos elogios implicaban "menospreciar a los demás jugadores".

En el momento en que Clemente decidió retirarlo del equipo, Sarabia no sólo era el máximo goleador rojiblanco, sino que figuraba en cabeza de la clasificación al rendimiento individual realizada semana a semana por un diario local y figuraba como delantero centro de la selección ideal que a lo largo de la temporada va confeccionando un diario madrileño. Tras dos o tres meses de continuidad, Sarabia ya calentó el banquillo hasta el minuto 57 en el encuentro contra Osasuna, el 29 de diciembre pasado, pese a que el domingo anterior, contra el Atlético de Madrid, había sido el mejor. Sin hacer un gran partido, fue él quien abrió el camino de la victoria frente a los navarros marcando un gol espectacular. Pese a ello, volvió a ser relegado al banquillo en Las Palmas, donde sólo actuó iniciada ya la segunda mitad. Allí fue donde, según Clemente, se desbordó el vaso.

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