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Drusos y shiíes acuerdan un alto el fuego en Beirut

Los combates entre milicianos drusos y shiíes, que han durado cuatro jornadas consecutivas en Beirut, disminuyeron anoche cuando representantes de los dos bandos acordaron un alto el fuego. En la exhausta capital de Líbano, los muertos superan ya el medio centenar y los heridos son más de 200, según los recuentos aún provisionales, a los que hay queañadir los enormes daños materiales provocados por la mayor batalla entre combatientes musulmanes desde hace 21 meses. Los combatientes, en una orgía de violencia inusitada incluso para Beirut, se enfrentaron no sólo con las acostumbradas ametralladoras y los cohetes anticarros, sino con vetustos tanques soviéticos, morteros pesados y hasta cañones.

El dirigente shií del Movimiento Amal, Nabih Berri, declaró que el alto el fuego se había acordado tras sus contactos con Marwan Hamadeh, un dirigente del Partido Socialista Progresista (PSP), druso. Hamadeh se había reunido con Berri después de consultar en Damasco con el vicepresidente sirio, Abdel-Halim Khaddam, y con el líder druso Walid Jumblat. A pesar del acuerdo, aún se oían anoche en la ciudad los disparos de choques aislados.Drusos y shiíes, que fueron aliados en la guerra civil libanesa contra los cristianos, ya han mantenido diversos enfrentamientos a lo largo de este año por el control del sector occidental de Beirut.

Iniciados en la tarde del miércoles, en tomo al edificio de la televisión, de donde los drusos pretendían retirar la bandera nacional que los soldados shiíes de la sexta brigada se empeñaron en defender, los choques armados se generalizaron y alcanzaron su cénit el viernes por la tarde -día de la Fiesta Nacional libanesa-, cuando en toda la ciudad se respiraba un olor a pólvora mezclado con el polvo levantado por las explosiones y el humo de los incendios.

La obstinación de Walid Juínblat, líder de la comunidad drusa, por abolir el "símbolo sectario cristiano" de la bandera roja y blanca estampada con el famoso cedro y sustituirla por la de su Partido Socialista Progresista (PSP) y el súbito apego de los shiíes del Movimiento Amal (Esperanza) al emblema nacional parecen, más bien, dos pretextos invocados por ambas milicias rivales para enfrentarse en una nueva batalla e intentar imponer su hegemonía en el sector musulínán de la capital.

A medida que se prolongaba la lucha, otras fuerzas se echaron también a la calle, como algunos pequeños grupos laicos prosirios y los ultraintegristas Hezbogah (Partido de Dios), que apoyaron a Amal, mientras los suníes, reagrupados en la facción Morabitun (Almorávides) y, probablemente, algunos elementos palestinos, se alineaban con el PSP. Menos numerosos, pero más aguerridos en la lucha -calle era, los drusos y sus aliados parecieron predominar sobre el terreno, gracias en parte al bombardeo de su artillería pesada, apostada en la sierra circundante, de algunas posiciones de Amal. Nadie se atrevía ayer a predecir, sin embargo, quiénes serían los vencedores y quiénes los vencidos.

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Los principales derrotados

Los únicos derrotados en el conflicto son, una vez más, los habitantes de Beirut, que después de haber permanecido largas horas escondidos en las escaleras o en los sótanos de sus casas, a veces privadas de agua y luz eléctrica, aprovecharon ayer una breve tregua matutina para hacer acopio de víveres en las escasas tiendas abiertas, antes de regresar corriendo a sus refugios.

Unos 300 civiles no volvieron, sin embargo, a sus hogares porque cayeron en manos de sus enemigos confesionales. Los milicianos se dedican a secuestrar a sus enemigos religiosos para, en el mejor de los casos, canjearlos por otros rehenes de su comunidad.

Otros tuvieron aún menos suerte, como un transeúnte herido de bala el jueves por la tarde frente al edificio, casi sin cristales en las ventanas, donde vive este corresponsal y que se desangró en la acera sin que nadie se atreviese a socorrerlo a causa de la intensidad del incesante tiroteo.

A 30 metros de allí, en el célebre hotel Commodore, decenas de periodistas internacionales que habían ido a cubrir la conferencia de prensa de Terry Waite, mediador de Estados Unidos en la crisis de los rehenes norteamericanos, quedaron también atrapados durante casi 48 horas en el vestíbulo, que también tuvieron que abandonar más tarde para refugiarse en una antigua discoteca-sótano cuando los drusos hicieron irrupción en el establecimiento y abrieron fuego desde allí sobre sus adversarios.

Los trágicos acontecimientos de los últimos cuatro días suponen también una derrota para Siria cuyos dos principales aliados en Líbano, Amal y el Partido Socialista Progresista, pusieron una vez más en tela de juicio sus esfuerzos apaciguadores, incitando a sospe char sobre todo de Juniblat que desea en el fondo sabotear sobre el terreno el acuerdo de paz tripartito en gestación.

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