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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Confusión en el Mediterráneo

LA ENTREVISTA que han celebrado ayer el presidente de Egipto, Mubarak, y el enviado especial del presidente Reagan, John Whitehead, demuestra el interés que tiene la Administración norteamericana por superar los enfreqtamientos surgidos con motivo del secuestro de un avión civil egipcio por aviones de caza de EE UU. Pero la herida causada será perdurable. En un primer momento, Mubarak exigió excusas formales de Reagan; éste se negó a ello enfáticamente. Lo verdaderamente grave en este asunto no son las polémicas entre los dirigentes; es el impacto profundísimo que se. ha producido en la opinión pública. Los sentimientos antinorteamericanos, han alcanzado en Egipto un grado superior a Cualquier período anterior, expresados en particular en repetidas manifestaciones estudiantiles. Mayor trascendencia reviste el hecho de que por primera vez se haya producido una auténtica coincidencia nacional: los partidos de la oposición se han reunido con el presidente Mubarak para testimoniar su apoyo en esta cuestión.Estamos ante un paso más de una evolución de la pólítica del Gobierno de El Cairo que ya se venía manifestando desde hace algún tiempo. No puede olvidarse la trayectoria anterior: en 1978, cuando el acuerdo de Camp David, Egipto rompió la solidaridad del mundo árabe, negoció un, acuerdo sobre el Sinaí, estableció relaciones diplomáticas con Israel y fue expulsado, en consecuencia, de la Liga Árabe. Pero desde que Mubarak ha asumido la presidencia; después del asesinato de Sadat, ha empezado un nuevo curso. Un momento decisivo fue la recepción de Arafat en El Cairo y el apoyo de Mubarak a las propuestas concertadas entre Jordania y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Sin embargo, a pesar de estos gestos de apoyo, a la causa palestina, Egipto sigue fuera de la Liga Arabe, y uno de los objetivos esenciales de su actual política es reingresar en ella y poder así desempeñar de nuevo un papel fundamental en toda la política árabe.

La situación de Egipto se enmarca en una evolución a la que estamos asistiendo en diversas zonas del mundo árabe y que están poniendo en cuestión la distribución de fuerzas que existía en los últimos años. Una línea divisoria esencial separaba al llamado frente del rechazo (con Libia, Siria, Argelia, Yemen del Sur) de los Estados moderados de la Liga Árabe; los primeros, enemigos del imperialismo y partidarios de métodos violentos y revolucionarios; los segundos, amigos de EE UU, partidarios de la negociación, si bien intransigentes asimismo en cuanto al derecho del pueblo palestino de crear su propio Estado. Pero en la actualidad es obvio que esa línea divisoria se está quebrando. El bombardeo israelí de objetivos de la OLP en Túnez provocó una reacción muy fuerte en el mundo árabe. Egipto y Argelia tomaron la actitud más radical de apoyo al país agredido; se inició incluso, con la visita a Argel del enviado del presidente Mubarak, Osama el Baz, un acercamiento entre esos dos países. Cumple recordar que Túnez está sometido desde hace tiempo a una presión brutal por parte del coronel Gadidafi, con medidas netamente desestabilizadoras, doblemente peligrosas ante la perspectiva de la sucesión del anciano presidente Burguiba. Evitar esas maniobras libias «constituye un interés común fundamental, tanto para Argelia como para Egipto; y Argelia puede ahora dar un apoyo resuelto al retorno de El Cairo a la Liga Árabe.

En esta coyuntura, la posición de Líbia y Marruecos, vinculados en principio por un tratado de unión, resulta cada vez, menos comprensible. Lejos de contribuir al entendimiento en el complejo mundo árabe, esa unión está .provocando más bien cierto aislamiento, tanto de Libia como de Marruecos. Ha sido sintomática la experiencia de la última cumbre de Casablanca. Es cierto que Marruecos y Libia tienen, cada uno por su lado, una relación relativamente estrecha con una de las superpotencias: el primero, con EE UU; el segundo, con la URSS; pero el efecto de su unión contribuye a rodear de ambigüedad sus propósitos políticos. En su reciente visita a Moscú, a pesar de una recepción aparatosa, no se ha concluido la anunciada alianz a libio-soviética.

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El Méditerráneo es hoy teat ro de una madeja de con tradicciones extraordinariamente complicada y en pleno movimiento. A la vez, la enorme concentración de fuerzas navales y aéreas, la presencia de las flotas de las dos superpotencias, la existencia de bases nucleares, son factores de peligro y de inquietud para los pueblos de esa región. Es sintomático que en el acercamiento argelí no-egipcio haya surgido, la idea de una conferencia de Estados mediterráneos para buscar caminos de estabilidad en esa zona. Es una iniciativa en la que los europeos también pueden estar interesados.

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