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El tenis español demostró en París que sigue sin tener un auténtico líder

Alex Martínez Roig

Entrar en la segunda semana de un torneo como el de Roland Garros sólo está permitido a los que ya únicamente aspiran a la victoria final. Este año, por primera vez en mucho tiempo, no habrá ningún español en los siete últimos días. Los tenistas españoles mantienen un nivel de juego alto e incluso hay seis jugadores entre los 100 primeros del mundo. Pero ya no existe un líder. Manolo Santana, Andrés Gimeno, Manolo Orantes y José Higueras han sido lo suficientemente buenos como para representar a España en el grupo de los más poderosos. Ahora, el puesto del líder está momentáneamente vacío. Higueras no ha dejado preparado a su delfín.

La generación actual es aún joven y, además, se ha encontrado con el momento más difícil del tenis mundial. Antes era impensable que el 170 del mundo pasase, en tan solo tres meses, a ser el 120. Ahora, ha sucedido con el checoslovaco Mecir. La diferencia de puntos entre el 80 y el 180 es mínima.Los españoles, sin embargo, mantienen un buen nivel, pero con una curva descendente este año. Sólo Luna, en El Cairo, y Casal, en Florencia, han ganado algún torneo. Las razones son muchas y se pueden individualizar jugador por jugador. Aguilera ha sufrido una crisis de juego provocada por problemas de confianza en sí mismo, Sánchez estuvo todo el verano de 1984 sin disputar torneos al plegarse a las órdenes de la federación de participar en competiciones de rango inferior y en los Juegos Olímpicos. Casal se vio relegado a las fases previas y fue incapaz moralmente de superarlas.

El tenis no está en su mejor momento en España. Este dato es indudable. La proliferación de torneos en pistas rápidas en todo el mundo ha dejado caduca la preparación exclusivamente en tierra batida de los niños españoles. La mayor competencia y la exigencia de una más completa preparación física y mental, impuesta por la proliferación de los rocosos suecos, cogió desprevenidos en un primer momento a los españoles.

Pero el panorama no es de un negro intenso. Excepto Suecia, Checoslovaquia y Estados Unidos, todos los demás países están en una situación parecida o aún peor. Algunos tienen un líder, como Andrés Gómez en Ecuador, pero carecen del pelotón de persecución. Mientras los actuales júniors españoles parecen seguir los errores de formación de sus predecesores, no ocurre lo mismo con la generación siguiente, los que ahora cuentan con 14 o 15 años, que ha aprendido desde su más tierna infancia el juego rápido del saque y volea, sin perder la paciencia de la tierra batida.

Diferencias muy claras

Los tenistas españoles están ahora divididos en grupos muy claros. José Higueras, que ya ronda los 33 años, está por encima de cualquier clasificación, aunque siempre debe destacarse su presencia entre los 10 primeros del mundo durante cuatro años tan difíciles como los de principio de los 80. En el primer grupo estarían incluidos Joan Aguilera, Emilio Sánchez y, un paso más atrás, Sergio Casal. Estos tres jugadores dependen únicamente de ellos mismos. Son capaces de marcar un ritmo, el suyo, a jugadores como Sundstroem, Wilander, Krickstein o Arias.Hay, sin embargo, diferencias muy claras. Aguilera depende de su cabeza. Tiene un juego artístico que necesita un 100% de buenas condiciones para jugar bien. Emilio tiene fortaleza mental, pero le falta fuerza física para mantener siempre el mismo ritmo. Quedó demostrado en París frente a Wilander. Casal tiene un juego totalmente ofensivo, pero necesita jugar sin ningún tipo de presión y un poco de suerte, porque siempre busca las líneas. Son tres jugadores de gran clase, pero con un punto débil que les impide colocarse entre los mejores.

El segundo grupo de jugadores estaría integrado por los que se mantienen en un puesto intermedio en la clasificación, pero que dificílmente pueden imponer su juego. Estár más a expensas de lo que realice el contrario cuando juegan contra uno de los mejores. En este grupo estarían Jordi Arrese, Albert Tous, José López Maeso, Fernando Luna, Jordi Bardou y David de Miguel López Maeso y Luni van camino ya de los 30 años, y su rendimiento depende de su preparación para cada temporada.

Arrese, con 20, parece tener paciencia y fuerza para convertirse en un especialista en tierra batida al estilo sueco. Bardou, campeón de España en 1984 y segundo mejor júnior del mundo en 1982, se ha estancado al entrar en los torneos grandes. De Miguel es un excelente especialista en dobles, con una derecha poderosa, pero sin concentración ni capacidad para mantener un ritmo constantes.

Todos, en conversación con este periódico, han destacado dos situaciones en las que se sienten especialmente presionados e incómodos. Primero, jugar en torneos españoles o contra compatriotas. Segundo, el ser los sucesores de anteriores campeones. "No es fácil ser tenista en un país que ha tenido a un Santana, un Gimeno o un Orantes", dijo Bruguera, entrenador de Aguilera.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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