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Se consolida la 'pista turca' en el atentado contra el Papa

La hipótesis de una pista turca en el atentado contra Juan Pablo Il -un compló en el que Alí Agca contó con la ayuda de varias personas de su nacionalidad- empezó a consolidarse ayer durante el segundo día de interrogatorio de Omar Bagci, acusado de haber entregado a Alí Agca, en la estación de Milán, la pistola utilizada por éste para cometer el atentado fallido, el 9 de mayo de 1981, es decir, cuatro días antes de que se perpetrara el intento de asesinato del Papa en la plaza de San Pedro de Roma. Pasada ya la sensación de las apocalípticas manifestaciones de Agca, el juicio prosigue su marcha.

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Omar Bagci, de 39 años, baja estatura y aspecto apocado, se sentó ayer, -por segundo día consecutivo, ante el tribunal que debe dirimir sobre la existencia o no de una conspiración internacional para asesinar a Juan Pablo II. Bagci incurrió en numerosas contradicciones respecto a sus declaraciones ante el juez Ilario Martella durante la instrucción del sumario sobre sus relaciones y grado de conocimiento de los acusados Agca y Musa Sedar Celebi.Dijo, sin embargo, que cuando recibió la pistola que él conservó en Ginebra. y luego entregó a Agca, tuvo una vaga idea de que ese hecho formaba parte de algún plan cuyo alcance no llegó entonces a comprender y que ahora sí ve más claro. Aseguró que desconocía que Agca fuese un terrorista buscado por la policía internacional por el asesinato del periodista turco Abdi Ipecki, a pesar de haber visto sus fotografías en los periódicos, y afirmó que desconocía que el paquete que le entregaron contuviese un arma, aunque, acosado por el juez, dijo que pensé que contenía "una pistola".

Por otro lado, el Presidente del tribunal, el juez Severiano Santiapichi, ha puesto en marcha el procedimiento legal para que sean convocados para prestar testimonio ante el tribunal romano los turcos detenidos recientemente en Holanda, Francia, República Federal de Alemania y Suiza. La táctica del presidente de la corte es, por el momento, dejar bien acotada la pista turca para luego pasar a integrarla con la búlgara, pista esta bastante devaluada tras las fantásticas manifestaciones de Agca en el inicio del proceso. [La pistola de Aslam Samet, el turco detenido en Holanda durante la visita del Papa, está relacionada con la utilizada por Ali Agca, según informó ayer la prensa de La Haya].

El fiscal Antonio Marini declaró a los periodistas que la actitud última del agresor del Papa no afectaba para nada a los hechos concretos. Cuando se le replicó cómo podían ser tenidas en consideración las afirmaciones de un hombre que se cree Jesucristo y que tiene visiones apocalípticas explicó que Agca, por ejemplo, dijo siempre desde el principio que la pistola se la había dado Bagci, y esto quedaba ya demostrado que era cierto. "En cualquier caso", dijo Marini, "estáis tomando demasiado en cuenta a Agca; parece como si fuese el solista de un concierto, cuando hay otros testimonios y testigos".

Mientras, hablaba Bagci, el único presente en las jaulas de los acusados era Serguei Antonov. Las demás se encontraban vacías para evitar que Agca o Celebi modifiquen sus manifestaciones a tenor de las afirmaciones de los otros testigos.

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Todas las manifestaciones de Bagci son traducidas a viva voz por un intérprete que se sienta a su lado. Este traductor traslada al turco las preguntas del presidente de la corte o de los abogados, mientras otro hace lo mismo, pero a la lengua búlgara. Italiano, búlgaro y turco se entre mezclan así en una babel de lenguas que está poniendo en peligro la corrección del proceso. Por eso, Santiapichi interrumpió ayer durante media hora la sesión para pedir públicamente a los ministerios de Asuntos Exteriores y de Justicia que le envia sendos traductores de búlgaro y otros dos de turco. Elevó su voz para protestar oficialmente por que esos organismos no han contestado aún a su petición.

Los actuales intérpretes, al comenzar el proceso, tuvieron que ser buscados por la policía en la Universidad, por orden de Santiapichi. La precariedad del sistema utilizado por este servicio provocó ayer una situación muy incómoda al tribunal. No se sabe, si a petición propia o solicitado por el tribunal, un locutor periodista de las emisiones en búlgaro de la emisora La Voz de América, propiedad de la Administración norteamericana, estuvo a punto de ser utilizado como intérprete si no llega a ser por la rotunda y formal oposición de los búlgaros, para quienes esa emisora es poco menos que el altavoz de la CIA.

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