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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La difícil sombra de la opereta,

Es difícil sustraerse al tópico y no ver en estos musicales alemanes productos destinados a la evasión y embellecimiento de la realidad. El hecho de que se trate de películas rodadas en pleno auge del nazismo facilita esa lectura y permite que, detrás de las sombras de los protagonistas, creamos ver aparecer la de millones de personas asesinadas bajo la barbarie hitleriana. Los musicales americanos del período Truman, por el contrario, no ven perturbada su melodía por el eco de la explosión atómica, ni las caras de los actores esconden rostros desfigurados. Es injusto. Tan escapistas eran las cintas alemanas como las americanas -o las españolas-.Lo que interesa es averiguar hasta qué punto esos espectáculos destinados a insuflar optimismo conservan aún hoy algún interés que no sea el estrictamente sociológico, el del inventario de temas repetidos. Porque eso sí, en ese sentido se trata de películas de mensaje transparente, en la que los héroes triufan siempre gracias al trabajo y el amor, en la línea -tal y como apuntaba Augusto Martínez Torres- de "variaciones sobre Cenicienta". La colaboración entre Erich Pomnier y la Ufa sirvió para que entre 1929 y 1935 una tercera parte de: la producción alemana estuviese dedicada a poner en escena los delirios candoros de Lilian Harvey.

En la mayoría de los casos - Trío de la bencina, el fillme que hoy se emite, es una excepciónla acción se sitúa en épocas pasadas, en un romanticismo idealizado de plenitud aria y pre-industrial, en un país repleto de campesinas empeñadas en casarse con algún archiduque.

Las mejores o, cuando menos, las más célebres de entre esas pelícuas son Vuelan mis canciones, de W. Forst, El congreso se divierte, de Erik Charrell, y Trío de la bencina, de William Thiele, un director que acabaría buscando refugio en Hollywood y rodando algún filme de la serie Tarzán. Hollywood también se interesó por la estrella, por Lilian Harvey, y mucho más desde el momento en que era capaz de protagonizar la misma cinta en una triple versión inglesa, francesa y alemana.

Pero su etapa americana no fue triunfal. Su estilo era el de los musicales alemanes, derivados de la opereta, es decir, de una tradición vodevilesca en la que todas las justificaciones son expuestas hablando, a base de diálogos muy convencionales, reservándose las canciones para "la exaltación sentimental o la expresión de un estado del alma", según reza la definición de Jean Mitry. El musical americano, con sus enloquecidas coreografías y sus números de baile, con su pasado de revista, tenía otra vitalidad y una relación menos traumatizante con la escena teatral.

Falsedad del escapismo

Lilian Harvey, la, protagonista de la película de hoy, simboliza muy bien el género y su historia. El hecho de que se retirara en 1940 y que ya nunca se pusiera de nuevo ante la cámara, dice mas sobre la falsedad del escapismo de ciertos espectáculos que cualquier declaración de principios.

El público, que la adoraba, después no quería saber nada de ella porque la veía estigmatizada con la marca del nazismo, una marca que reconocían como propia todos aquellos que se habían reconocido con sus trinos de- campesina que enamora príncipes.

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