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Mitterrand, ante el asalto de la oposición / 2

El 'fenómeno Le Pen', a punto de cristalizar

Soledad Gallego-Díaz

Jean Marie Le Pen, líder del partido ultraderechista francés Frente Nacional, obtuvo en 1974, como candidato a la presidencia, un 0,74% de los votos. En 1981 no logró siquiera presentarse, porque no hubo 500 personas dispuestas a prestarle su firma. En las legislativas de 1982 su partido sólo pudo inscribir 77 candidatos, porque sus afiliados no pasaban del centenar. Ese año el Frente Nacional seguía siendo inexistente: 0,2% en las elecciones cantonales. Pero dos años después el escenario cambió radicalmente.

El año pasado Le Pen consigue el 11% en las elecciones para el Parlamento Europeo, prácticamente lo mismo que el partido comunista. El fenómeno Le Pen, que cogió desprevenida a la clase política francesa, puede consolidarse el domingo. Su partido presenta 1.456 candidatos a una nueva ronda de cantonales, prueba de su sólida implantación en todo el país y del aumento increíble de sus militantes, casi 50.000."Nadie podrá gobernar en 1986 sin contar conmigo", proclama triunfante, a sus 56 años, este ex teniente de paracaidistas, acusado de haber torturado personalmente a resistentes del Frente de Liberación Nacional (FLN) durante lá guerra. de Argelia. Su fulgurante ascenso ha sido el tema central de la campaña electoral: derecha y -socialistas se reprochan mutuamente no haber actuado a tiempo para atajar su éxito.

La izquierda asegura que la derecha clásica ha titubeado, dispuesta a aliarse con el Frente Nacional si era necesario para expulsar a los socialistas del poder. Los partidos de la oposición acusan al Gobierno de abrirle las puertas del Parlamento, si se introduce, como está previsto, una cierta dosis de proporcionalidad en el sistemia electoral, y se pelean entre ellos intentando, establecer prioridades: ¿quién es el enernigo: Le Pen o la izquierda? Algunas voces, como Simone Veil, la ex ministra de Valéry Giscard, se muestran inflexibles: lo primero es la lucha contra el Frente NacionaL Sociólogos e intelectuales se unen para reclamar una acción eficaz contra la extrema derecha.

Terreno abonadoJugar con fuego: es extremadamente peligroso, porque el monte está seco: el miedo, la obsesión por la inseguridad, el irracionalismo de grupos sociales realmente amenazados por la crisis, son la estopa perfecta para que prenda la yesca de Le Pen. Su mensaje simplista y xenófobo cala enestos grupos, deseosos de encontrar chivos expiatorios; por culpa de unos o de otros, Jean Ddarie Le Pen se ha convertido en un punto de referencia de la política francesa. Los líderes elásícos ya no pueden ignorarlo, y, el estar de acuerdo o no con las tesis del Frente Nacional ha pasado a ser explicación obligada en la boca de políticos como Jacques Chirac o de Raymond Barre.

¿Quién es este hombre de media edad, rubicundo, que gusta lucir la boina de paracaidista en cuanto tiene la menor ocasión? Jean Marie Le Pen, hijo de un patrón de pesca de Bretaña, fue diputado (ocupando precisamente el escaño del populista conservador Pierre Poujade), en 1956, a los 28 años; pero la llegada al poder de De Gaulle -poco amigo de juegos con la extrema derecha-, le hizo desaparecer del, ponorama político. Le Pen tuvo que esperar hasta 1976 para volver a asomar tímidamente la cabeza: el heredero de una rica familia de industriales, Hubert Lambert, al que Le Pen había cuidado con devoción durante una penosa enfermedad, murió a los 42 años y le dejó una hermosa fortuna.

La falta de preocupaciones financieras no hizo que el líder de la extrema derecha mejorara notablemente su suerte política. El gran giro se produce con la llegada de los socialistas al poder, y más aún cuando se suman a los 'fanáticos integristas algunos grupos sociales frustrados por la política del presidente Frangois NIlitterrand o por lo que consideran poca combatividad de la derecha. Entre sus votantes en las elecciones europeas, el 25% eran antiguos seguidores de Jacques Chirac, y el 16%, de Valéry Griscard d'Estaing, pero el 8% había apoyado antes a los socialistas o a los comunistas.

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