_
_
_
_
Reportaje:

Bakero, una intensa vida de 22 años

Toda la Prensa nacional se llenó el pasado lunes de inevitables referencias al lejano Oeste. Esta vez no fue Groucho Marx quien lanzó el grito ni la voz de Felipe Peña, versión española típica de John Wayne, quien repetía el "yo, que usted, no haría eso, forastero". El audaz provocador de sugestivo apellido fue un muchachito de aspecto menudo, pero de macizos músculos, como de culturista; de talla no superior a la modesta media nacional, prominente nariz y rostro en triángulo que delata su origen vasco. José Mari Bakero, que además es también Escudero, cumplirá el próximo lunes, bajo el signo de Acuario, 22 años. Sus cuatro goles con la Real Sociedad al Valencia en casa, después de tres partidos seguidos de sequía y desastre frente a Osasuna y Betis y escarnio ante el Atlético de Madrid, devolvieron la alegría a las destartaladas y desesperanzadas gradas de Atocha.La verdad es que el chico -lo de chaval sigue siendo patrimonio de López Ufarte, que pronto cumplirá 27 años llegó pegando. Cuando Idígoras era internacional y titular indiscutible de la Real y al mismo tiempo Carter fue goleado por Reagan en la elección para big brother, irrumpió Bakero y los chistosos vaticinaron:

-¿Sabes en qué se parece Idígoras a Carter? En que a los dos les ha quitado el sitio el vaquero.

Idígoras emigró a México, luego a Valencia y ahora ha vuelto cerca de casa para esperar su primera jubilación en el Deportivo Alavés, de Segunda B.

Huérfano a los 13 años

Todo esto, dicho así, parece dar a entender que lo del chico ha sido un camino de rosas. Pero hay dos detalles que, sin duda, forman su personalidad recia y jovial. Uno, que es navarro, de Goizueta, del mismo pueblo que Echeverría, el capitán del Osasuna. Su euskera es de allí, de aquel enclave donde nace tímido el río Urumea, que luego desemboca con pompa en San Sebastián tras un corto, pero caudaloso, recorrido. Él podría confundirse con el río mismo.El segundo es su entorno familiar. A los nueve aflos, José Mari y toda la familia ernigraron al barrio donostiarra de Añorga, solar de Javier Expósito., el mejor forjador de futbolistas de cantera que en el mundo ha sido. Sólo cuatro años después, su padre, José, jardinero de las villas que circundan la fábrica de cementos, falleció.

La madre, Lourdes Escudero, se tuvo que hacer cargo de los 11 hijos, uno de los cuales, Santiago, hoy jugador titular del Hércules, pasó de repente a ejercer la paternidad de hecho de la prolífica familia. Hoy, los Bakero tienen ya otro padre, Rafael Goldaracena, desde hace cinco años.

A Santiago, que destacó en aquel sorprendente Palencia autogestionatio, y a nuestro hombre, José Mari, les sigue el también futbolista Félix, que tiene 20 años y ahora está en la mili; es un defensa recién rechazado por el Sanse en una de las espectaculares declaraciones que puso de moda Boronat cuando terminó con la égida de Expósito.

Pero la influencia del número 11, futbolero por excelencia, llega incluso a sus hermanas. Arantza e Itzíar son actualmente subcampeonas de España con el equipo de fútbol femenino que apadrina el jugador Uralde, compañero de Bakero.

"Estoy seguro de que la escasez me ha ayudado a ser como soy", señala Bakero. "Yo, a los 14 años, tenía un duro de paga y las pasaba canutas. Y, aunque algún día pu dieras mangarle algo, pequeño claro, a tu madre, pues siempre tenías presente lo que aquello valía Todos teníamos que arrimar el hombro y eso estimula a valorar más las cosas y a hacer una piña ante los problemas coínunes".

A los 15 años tuvo que elegir entre la pelota y el fútbol. "Había sido tres veces campeón de Gui púzcoa de mano por parejas, dos veces con Sarasúa, que ahora está en el Sanse, y una con Txikuri, hijo, quien juega en la actualidad a cesta punta en América. Me gustaban los dos deportes por igual. Y la verdad es que, a la hora de elegir, no me influyó pen sar en el dinero. A los 15 años eso ni te lo planteas. Sólo, que eres juvenil de primer año y vas de titular al Sanse. Como a los 17, cuando de repente me vi de butando con la Real. Fue en el homenaje a Iríbar, en San Mamés, en mayo de 1980, y además marqué un gol".

.Por incompatibilidad con la disciplina de los entrenamientos tuvo que dejar sus dos intentos de culminar la formación profe sional, primero como mecánico y luego como administrativo.

Pero lo del fútbol fue meteórico. En su primera temporada logró ganar la Liga después de alinearse en 32 partidos. Pero la marcha triunfal se quebró un 30 de septiembre de 1981. Para entonces, Carter Idígoras se había ido ya. "Estaba jugando uno de mis mejores partidos, contra el CSKA de Sofía, en la Copa de Europa, con el que habíamos perdido 0-1 allí. A los 10 minutos, un defensa central cuyo nombre no recuerdo, y creo que es mejor así, me hizo una terrible entrada. Mi rodilla quedó hecha añicos. Tenía rota la famosa tríada negra del futbolista. Perdí toda esa temporada. Para recuperar la titularidad, que me había quitado Uralde, hube de esperar a la lesión de Satrústegui en noviembre de 1982".

'El Dani' quipuzcoano

El caso es que, cuando ya en el Sanse, siendo un crío, provocaba el entusiasmo de quienes veían en él un elixir del eterno campeón, todo el mundo pensó que había nacido ya el nuevo Dani del fútbol vasco. "Pero, en realidad, es ahora cuando más me puedo parecer a él. Aparte del aspecto físico, en el que es evidente que nos parecemos, yo también soy un rematador de área, un aprobetxategui, que decimos aquí.También sorprendo porque remato bien de cabeza para mi estatura. Antes jugaba de extremoextremo y, después de ir madurando mi juego, he pasado a jugar en esa posición, más en función de la búsqueda directa del gol".

La eclosión de Bakero frente al Valencia se había atisbado ya en sus buenos partidos fuera de casa, que el público de Atocha ya se empezaba a no creer, para angustia de los enviados especiales. Y los dos goles en la Copa al Lorca fueron el preludio de la gran tarde del 3 de febrero.

Hasta ese día había jugado como retenido y las negociaciones para renovar el contrato estaban siendo duras y difíciles. "Lo único que cambió la situación fue el concepto de edad. Yo terminé por convencer a la directiva de que era un jugador con cinco años de experiencia en Primera División y no un chico cualquiera de 21 años. Con todo, las dos partes tuvimos que ceder.

Y, así, creo que tengo éste y dos años más para aprender en un buen sitio como es la Real y a los 24 años, si realmente me preocupa ganar dinero, hacer un replanteamiento. Ya vereínos".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_