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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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El conflicto de las misas

El restablecimiento del rito tridentino, que supone la posibilidad de la vuelta a las misas en latín, es considerado por el autor de este artículo como una vía integradora. Los criterios pastorales adoptados deben conducir, según su criterio, a una mayor unidad eclesiástica en lo esencial.

Jean Guitton, amigo y confidente del Papa Montini, cuenta en su obra Paul VI secret que él mismo le propuso la posibilidad de conceder el permiso a ciertas minorías cristianas de celebrar la misa de antes del Vaticano II y que el Papa, mirándole con rostro severo, le respondió: "¡Esto, nunca!". Sin embargo, el Papa actual acaba de conceder este permiso. ¿Qué ha sucedido?Examinemos en primer lugar de qué se trata. Acabado el Concilio de Trento, Pío V creyó urgente promulgar un nuevo Misal unificado para toda la Iglesia católica occidental, a fin de preservar la Misa del influjo protestante. En la actualidad, todos los entendidos en la materia están de acuerdo (ver el artículo de A. Nocent, en el Boletín de la Congregación para el Culto del Vaticano, Notitiae, abril 1983) en que este Misal de 1570 no asume suficientemente la tradición anterior, tiene un carácter pietista intimista, es más bien pobre en lecturas de la Biblia, desconoce la participación de los fieles y concede todo el protagonismo al sacerdote celebrante; debía, además, celebrarse en latín. La reforma litúrgica del Vaticano II y de Pablo VI, en cambio, intentó la participación activa de los fieles (introducción de lenguas vernáculas y de ceremonias más participativas) y fue revisando cada una de sus partes y la conexión entre ellas. Algunos grupos de ultraconservadores católicos (entre ellos monseñor Lefebvre) acusaron a la reforma del Concilio Vaticano II de estar influenciada por los protestantes: a saber del excesivo protagonismo de los fieles y de poca insistencia tanto en la presencia real de Jesucristo como en la Misa entendida conio sacrificio. Con ello ponían en tela de juicio la ortodoxia y validez plenas del Concilio.

Necesidades pastorales

Juan Pablo II ha resuelto este contencioso mediante la posibilidad de conceder un indulto a las personas o grupos que así lo pidan. Indulto es una concesión en razón de ciertas necesidades pastorales. Cada obispo está capacitado para concederlo m sus diócesis si se cumplen estas cinco condiciones: 1. Que conste públicamente que los solicitantes no ponen en duda la ortodoxia del rito de Pablo VI; 2. Que la Misa de Pío V se celebre, en principio, en lugares indicados por el obispo (no en parroquias); 3. Que se use la última edición de 1962 y sin mezclar las dos liturgias; 4. Al cabo de un año los obispos informarán a Roma; 5. El indulto debe ser usado de manera que no se creen prejuicios a la fiel observancia de la reforma litúrgica. Se trata, por tanto, de un pacto, un do ut des: se acepta la posibilidad de que algunos grupos reducidos usen el antiguo misal y estos deben aceptar lo más importante, la plena ortodoxia de la reforma contemporánea. Puede significar el final de Ecône.Hay que reconocer que el Misal no es un tema de importancia vital. Lo imortante aquí es la Eucaristía. Ésta no es un simple rito para el creyente, sino que es la presencia más cualificada de Jesucristo entre los hombres, es la celebración del Memorial de la muerte y resurrección del Señor. Es el más preciado don de Dios y la principal forma de expresión de la fe de los creyentes. Las formas o ritos con los cuales se expresa esta realidad han variado a través de los tiempos e incluso en la actualidad (por ejemplo entre Oriente y Occidente). Se puede decir que están en función de lo que quieren significar y expresar. Por ello, no debe escandalizar, en principio, que se ceda en el rito o cambio de la aceptación de la ortodoxia de otro ritual. Lo más importante del indulto son las condiciones, que van encaminadas a la aceptación del Vaticano II. Deseamos que esta operación personal de Juan Pablo II se vea coronada por el éxito. Esperamos que los criterios pastorales aplicados lleven a una mayor unidad en lo esencial.

De ahí se deduce una última consideración. Uno de los problemas más importantes dentro de la Iglesia católica y en el ecumenismo es el saber distinguir entre lo esencial (que debería ser común para todos) y lo accidental, cultural, histórico (que puede ser muy diverso). Bienvenido el documento de la Sagrada Congregación si, como deseamos, es un signo o expresión de un pluralismo sano y realista que podría extenderse a otros ámbitos del cristianismo.

¿Qué ha sucedido?, nos preguntábamos al principio. Pues que en un tema que no afecta directamente a la fe se ha considerado conveniente acceder al fuerte deseo, aunque arcaico, de algunos, a cambio de obtener una unidad en lo proclamado en el Vaticano II. La libre concurrencia de dos misales pondrá, sin duda, más de manifiesto la importancia de la reforma litúrgica.

Antoni Matabosch es decano de la facultad de Teología de Barcelona.

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