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Hollie, el bebé del corazón trasplantado, sobrevivió a una grave operación intestinal

Hollie Roffey, que a sus 13 días de vida ha sufrido un trasplante de corazón y una operación intestinal, se debatía ayer entre la vida y la muerte. Pese a que los médicos del National Heart Hospital, de Londres, afirmaron que existía una ligera mejoría, su estado fue calificado de crítico. Hollie, que nació sin la parte izquierda del corazón, recibió el pasado lunes, a los ocho días de nacer, el corazón de un bebé holandés, que fue transportado en avión por el equipo médico que realizó el trasplante.

Una perforación intestinal detectada el miércoles, y aparentemente sin relación con el trasplante de corazón, obligó a los médicos a realizarle a Hollie una complicada operación abdominal, en la que se emplearon instrumentos de microcirugía, al igual que en el trasplante de corazón.El nuevo corazón del bebé resistió la operación abdominal, pero su estado general no permite albergar demasiadas esperanzas a los médicos, que temen que cualquier complicación posoperatoria sea fatal para la recién nacida. Desde que se le trasplantó el corazón, Hollie se encuentra protegida por una burbuja de plástico esterilizado diseñado para evitar cualquier tipo de infección. La unidad de cuidados intensivos en la que se encuentra mantiene una vigilancia permanente de las constantes vitales de la joven paciente.

La operación abdominal realizada en la tarde del miércoles estuvo destinada a evitar un derrame de líquido en la cavidad abdominal debida a una pequeña perforación del intestino. Los médicos consideran que posiblemente la niña nació con ese problema intestinal.

Cuidados intensivos

Los padres de Hollie, Anthony, de 26 años, y Janet, de 24, permanecieron durante la noche del miércoles y el jueves en la unidad de cuidados intensivos por si "ocurría algo", según informó el hospital.La operación de trasplante de corazón, que duró cinco horas y media, fue realizada por el equipo del cirujano Magdi Yacoub, uno de los más conocidos especialistas británicos en trasplantes de órganos. Antes de esta operación, primera que se realiza en el mundo en un bebé, Hollie no tenía ninguna esperanza de sobrevivir. El trasplante se realizó en buenas condiciones y el estado de salud de la niña al término de la operación se consideraba satisfactorio hasta el miércoles al mediodía.

Al detectarse la perforación intestinal, los cirujanos del National Heart Hospital tuvieron que recurrir a un equipo de tres cirujanos de otro hospital de Londres para realizar la operación. Éstos procedieron a cortar la parte perforada del intestino y unir las partes sanas, según fuentes del hospital. La víspera de la operación abdominal Hollie dio signos de vitalidad, lo que provocó el optimismo de sus padres, a quienes la dirección del hospital autorizó a ver a su hija a través de un cristal.

Desde su última operación, la niña tiene que tomar aire con ayuda de un respirador artificial que la mantiene consciente, y es alimentada a través de una sonda acoplada a la nariz.

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