'Eloísa está debajo de un almendro', Jardiel al cine
Aunque ésta fuera la cuarta vez que el cine español adaptaba una comedia de Enrique Jardiel Poncela, no se conservan, que yo sepa, copias de las tres primeras: Las cinco advertencias de Satanás, 1938; Usted tiene ojos de mujer fatal, 1939, y Los ladrones somos gente honrada, 1941. Esta pérdida supone el mayor problema para un correcto estudio de la historia de nuestro cine y obliga, en este caso, a considerar Eloísa está debajo de un almendro, que Rafael Gil realizó en 1943, como si fuera la primera de ellas. Se ignora, por tanto, si las aisladas torpezas de este filme responden a las dificultades que ofrece la adaptación cinematográfica de Jardiel o a la visión personal que el director tuviera sobre el texto.Era en la interrelación de sus personajes principales, los que interpretaron la pareja de moda, Amparito Rivelles y Rafael Durán, donde se encontraban las mayores debilidades del filme, como en general ocurre también en sus representaciones teatrales. La película atendía con excesivo cariño el imprevisible romance de la pareja, quizá respondiendo al deseo del público por acercarse a sus estrellas; Gil procura normalizar la situación que narra, una de las más descabelladas y divertidas del teatro de Jardiel, en menoscabo del delirio de los personajes secundarios, interpretados, por otra parte, por un plantel de actores entre los que se cuentan algunos de los más importantes de nuestro cine: Guadalupe Muñoz Sampedro, Alberto Romea, Joaquín Roa, Juan Calvo, Nicolás Perchicot...
La Prensa celebró el estreno de Eloísa está debajo de un almendro con admirado respeto: "Se han salvado las naturales dificultades que comedia tan compleja ofrecía", escribió José de Juanes en el diario Arriba, "el resultado ha sido el logro de una buena película española, capaz de codearse con las famosas que de fuera llegan", comentario que sería innecesario juzgar con una comparación objetiva entre los títulos nacionales y los extranjeros, por resultado tan previsible, pero al que se puede recordar que nada menos hasta Alegrías, con Lola Flores, Don Juan Tenorio, y La hija de Juan Simón, fueron algunas de las películas prohibidas aquel año por la censura: aunque algunas se estrenaran después, no es moco de pavo.
La posibilidad de descubrir en Eloísa... un origen teatral o un aire narrativo, más propio de las tablas que de la imagen, no sería excepcional. El cine español de aquel momento padecía en casi todas sus películas de una propensión a la teatralidad, y no tanto por al acartonamiento de los actores, en ocasiones espeluznante, como por el origen de los textos en que se inspiraba, y en su profunda distancia con los tonos de la calle. En una obra de Jardiel, esa lejanía quedaba disminuida por su propia irrealidad, nacida del disparate, aunque hermanada en el fondo con realidades identificables: la risa de Jardiel es imaginativa, fresca, pero no boba.
Invitación al desahogo
De ahí que los actores encontraran una invitación al desahogo. Los ya citados realizaron una labor digna de elogio. Como es habitual, La noche del cine español dedica un homenaje a un actor desaparecido. Juan Espantaleón, que en Eloísa... interpreta a Edgardo Briones, el tío que lleva 20 años sin abandonar su cama, fue, sin duda, un actor de carácter, de probada eficacia pero que, tal como señala Fernando Méndez Leite, "era el que mejor lloraba". Al menos, es seguro queel que más.Aun siendo versátil, esa inclinación al sentimentalismo ablandó sus personajes, en ocasiones, con exceso.
Eloísa está debajo de un almendro se emite hoy a las 20.50 por la segunda cadena.
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