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Peligro de amarre para la flota pesquera española que opera en aguas territoriales de Marruecos

Sólo una decisión política de alto nivel puede sacar a las negociacines globales de cooperación hispano marroquíes de la actual incertidumbre en que se encuentran, a sólo tres días de que expire el plazo de la prórroga concedida por Rabat al Gobierno socialista para la renegociación del acuerdo pesquero. A primera hora de la tarde de ayer, en la sede del Ministerio español de Exteriores, se reunieron el titular del departamento, Fernando Morán, y los ministros de Transportes y Agricultura, Enrique Barón y Carlos Romero, para fijar la posición española, una vez conocido el nuevo aplazamiento de la negociación que tenía que haberse iniciado ayer en Rabat y que está prevista para el mediodía de hoy.

Fernando Morán no quiso ayer hacer comentario alguno, cuando fue consultado por este periódico sobre la actitud que adoptaría el Gobierno español ante el de Rabat, para evitar el amarre de la flota pesquera que faena en aguas marroquíes si no se alcanza un nuevo acuerdo en los tres días de vigencia de la prórroga del anterior. "Sería prejuzgar inoportunamente los resultados de la negociación", manifestó un portavoz del ministerio.La preocupación del sector pesquero es creciente. Alrededor de 1.200 barcos están amenazados de amarre. Pese a ello, José Ramón Fontán, gerente de la Asociación Nacional de Armadores de Buques Congeladores de Cefalópodos (ANACEF), principal organización pesquera con base en Canarias, declaró ayer a nuestro corresponsal en Tenerife, Carmelo Martín, que el sector "prefiere parar el día 1 de julio a que se firme un convenio que le hipoteque de por vida".

Fuentes de la administración española expresaban anoche su convencimiento de que de no haber acuerdo para el día 30, es muy probable que se alcance una nueva prórroga de seis meses, en la que podrían estar interesadas tanto España como Marruecos. En España, porque se tendría un margen mayor para la búsqueda del acuerdo global, es decir, que no incluya sólo los temas pesqueros, y porque la inestabilidad gubernamental marroquí, derivada de las recientes elecciones, no aconseja suscribir compromisos firmes en las actuales circunstancias. Las dificultades políticas que se viven en Marruecos tampoco son ventajosas para el Gobierno de Rabat.

Las nuevas conversaciones entre una delegación española y otra marroquí está previsto que comiencen al mediodía de hoy, después de otro aplazamiento solicitado ayer por las autoridades marroquíes. Según nuestro corresponsal en Rabat, Domingo del Pino, no parece que por el rango técnico de la delegación española, puede salir de estas conversaciones un impulso definitivo a la negociación, necesitada de decisiones políticas.

Agotado el nivel técnico

La incertidumbre sobre el resultado de las conversaciones de hoy se explica porque ambas delegaciones ya han agotado lo que ellas mismas podían negociar, están perfectamente al corriente de cuáles son los puntos de vista de la parte contraria en todos los temas abordados y saben que por sí mismas, y a menos que sus respectivos Gobiernos les otorguen plenos Poderes, no pueden avanzar.El secretario de Estado para la Pesca, Miguel Oliver; el director de Relaciones Económicas Internacionales, Carlos Blasco; el director de Política Comercial, Juan Badosa; todos ellos, presididos por el embajador de España en Rabat, Raimundo Bassols, tendrán esta mañana frente a frente al superministro marroquí, Taieb Bencheij, en cuyas manos está la conducción de la negociación, que cada hora que pasa es de suponer que ponga más nerviosos a sus colegas españoles.

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Lo cierto es, y así lo reconocen los negociadores españoles, que ahora sólo queda saber si el Gobierno marroquí está dispuesto a hacer alguna concesión con respecto a las perentorias y drásticas modificaciones al acuerdo hasta entonces vigente, que expusieron a los ministros Carlos Romero y Enrique Barón cuando éstos viajaron a Rabat, en febrero de 1983.

Conversaciones posteriores

Las discusiones posteriores, que fueron reanudadas casi en último extremo después de un viaje del ministro de Asuntos Exteriores, Mohamed Bucetta, a Madrid, a principios de abril, -a pesar de la reducción del nivel jerárquico de los negociadores, que de ministros pasó a técnicos-, han sido prácticamente a ciegas, ya que la parte española no sabe exactamente qué porcentaje de reducción del esfuerzo pesquero va a mantener la parte marroquí y si las zonas restringidas en el banco sahariano por razones de seguridad se mantendrán o no.Todo lo más que pudieron hacer los españoles es negociar en un permanente condicional: si desechan la reducción exigida del 70% y la reducen a un porcentaje más razonable, nuestras contrapartidas son tales; si eliminan las restricciones de las zonas de seguridad, nuestra contribución será tanta; si el acuerdo es por dos años en vez de uno, o por cinco en vez de dos, nuestros apoyos financieros serán de tal envergadura.

En definitiva, una vez más todo depende de que el propio rey Hassan II se decida por la consecución de un acuerdo pesquero y global con España, que parecería lo razonable, o que se niegue a él y abra con ello una nueva crisis, entre los dos países, que en estos momentos no tendría más que motivos de índole política para intentar justificar.

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