Incertidumbre sobre las repercusiones del asesinato en la futura política de EE UU en Centroamérica
Washington lamenta profundamente el primer asesinato de un consejero militar estadounidense en El Salvador, el comandante de Marina Albert Schaufelberger, y el presidente Ronald Reagan ha manifestado que esta muerte no supondrá "ningún cambio" en la política norteamericana en Centroamérica. Las reacciones en los medios del Congreso fueron inmeditas ante un hecho que, a pesar de las palabras presidenciales, sí puede tener incidencia en la política de EE UU en la región, dado el creciente rechazo de los ciudadanos al comprorniso norteamericano en el área.El presidente Ronald Reagan fue informado a las dos horas de la muerte de Schaufelberger. Portavoces del Pentágono, en Washington, confirmaron el asesinato del consejero militar, que formaba parte del grupo de 55 militares estadounidenses que entrenan al Ejército de El Salvador en tácticas de lucha contra la guerrilla.
El secretario de Defensa, Caspar Weinberger, calificó el suceso de "acto insensato y no provocado", mientras algunos miembros del Congreso pedían la creación de una comisión independiente para investigar el asesinato del instructor militar estadounidense.
La presencia de consejeros milítares norteamericanos en Centroamérica se ha incrementado en los últimos años, como réplica de EE UU al creciente poder de la guerrilla en El Salvador. También destacan las operaciones encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia en apoyo de la guerrilla antisandinista que opera en Nicaragua, desde la zona fronteriza con Honduras.
Aunque nadie quiere todavía sacar consecuencias políticas de la muerte del primer oficial norteamericano en Centroamérica, las reacciones entre los miembros del Senado cristalizan en las versiones antagónicas que caracterizan la política de EE UU en la región.
"Es un testimonio de la brutalidad del terrorismo político que hay actualmente en El Salvador", dijo el miembro republicano de la Cámara de Representantes William Broomfield, quien añadió que Schaufelberger "murió en un país que necesita desesperadamente la ayuda de EE UU para conseguir la paz y la estabilidad".
La opinión pública norteamericana, sin embargo, no parece compartir estos sentimientos, y es detectable el creciente rechazo a una mayor implicación estadounidense en el istmo.
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