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Juan Pablo II desea que el pueblo nicaragüense deje de sufrir

Juan Arias

El papa Juan Pablo II desea que en Nicaragua "cesen los sufrimientos de un pueblo fiel y digno que, del Atlántico al Pacífico, de las fronteras del norte a las del sur, ansía vivir serenamente, en paz con sus valores propios, buscando con profundo sentido social el necesario progreso sobre la tierra sin dejar de levantar sus ojos al Padre común".

Así se pronunció ayer Juan Pablo II en su discurso a los obispos de Nicaragua recibidos en la ritual visita ad límina, que se celebra cada cuatro años. El Papa no hizo alusión al problema de la llamada Iglesia popular, que fue el banco de prueba de la contestación a Juan Pablo II durante su visita a Managua. En su discurso, el Papa dijo a los prelados que deseaba abrazar a "todos y cada uno de los miembros del pueblo fiel de Nicaragua".

Con estos obispos el Papa comió a mediodía, conversando con ellos en español.

El Papa afirmó que si su objetivo al visitar América Central había sido "avivar la fe cristiana y compartir el dolor de sus pueblos", la visita a Nicaragua y "las diversas vivencias experimentadas en vuestro país" le han acercado aún más, dijo, "a vuestros fieles y a vuestra patria".

Juan Pablo II pidió a los obispos nicaragüenses que sean pastores para mantener la fidelidad a la fe cristiana, y añadió: "Sois pastores de un pueblo profundamente religioso, dolorido desde hace tanto tiempo a causa de la injusticia, de frecuentes violaciones de sus derechos, de tensiones, de luchas fratricidas que dejan tras sí tanto dolor, tantas vidas jóvenes tronchadas, tanto luto en las familias, tantos huecos trágicos en los corazones de los familiares, de los amigos, de la sociedad".

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