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Dos policías nacionales y la mujer de uno de ellos, asesinados a tiros en un garaje en Bilbao

Espeluznante era la imagen que ofrecían en la mañana de ayer en el aparcamiento subterráneo, donde acababan de ser asesinados, los cuerpos sin vida del teniente de la Policía Nacional Julio Segarra, atado de pies y manos y amordazado, y los del cabo Pedro Barquero y su mujer, Maria Dolores Ledo García, embarazada de tres meses. El triple asesinato, cometido por un comando de ETA que previamente se había apoderado de un coche a punta de pistola, se produce cuatro días antes de las elecciones municipales y ha llenado de estupor a la población de Bilbao, que unas horas antes celebraba, en ambiente festivo, el éxito de su equipo de fútbol.

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El teniente de la Policía Nacional Julio Segarra Blanco, de 50 años, casado con una bilbaína y padre de tres hijos, el menor nacido hace unos días, estaba amordazado con cinta aislante plástica de color negro y con los brazos y pies atados con una cadena y un alambre. A unos cinco metros de distancia, en medio de sendos charcos de sangre, descansaban los cuerpos sin vida de Pedro Barquero y María Dolores Ledo. El cabo, de 30 años de edad, sostenía en la mano derecha su pistola reglamentaria. La esposa del policía, Dolores Ledo, de 25 años, maestra, casada hace siete meses, yacía a su lado, con un brazo recogido hacia el regazo y el otro extendido. Se encontraron cinco casquillos 9 mm Parabellum SF, munición habitual de ETAm, y cuatro de la marca Santa Bárbara.La madre de la mujer asesinada fue el primer familiar en llegar al lugar. Vive con su marido, obrero de la empresa siderúrgica Echevarría, en el barrio de Aravella. La fallecida impartía clases, en tercero de EGB, en la escuela de dicho barrio, ahora llamada Colegio Zumalakárregi.

Vecinos ambos del barrio de Santuchu, el teniente y el cabo asesinados acostumbraban a bajar cada día junto al aparcamiento de El Carmelo, con el fin de dirigirse, en el coche del primero, un R-5 de color azul, al acuartelamiento de Basauri, donde los dos estaban destinados. Ayer, el cabo libraba, por lo que se proponía acompañar a su mujer, embarazada de tres meses, al ginecólogo. El teniente bajó, pues, en solitario para recoger su coche. Lo hizo como cada mañana, alrededor de las 8.00 horas, quizá algo antes.

El guarda del aparcamiento se incorpora a su puesto poco antes de las 7.00 horas. Una hora después llega su compañero, circunstancia que aprovecha el primero para salir a tomar un café en un bar cercano. Hacia las 8.05 horas, una maestra que en ese momento salía del aparcamiento oyó lo que sólo horas después identificaría como disparos. También los oyó el jardinero que cuida la explanada exterior del aparcamiento y que acostumbra a ponerse la ropa de trabajo en una dependencia de la primera planta del garaje.

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"Somos policías"

El jardinero se cruzó por la rampa con tres jóvenes que trataban de ganar la calle. Uno de ellos llevaba una pistola en la mano y dijo al empleado: "Tranquilo, somos policías". Otras fuentes completaban la versión asegurando que uno de los jóvenes había incluso enseñado una placa de policía, que sería, según dicha explicación, la de uno de los dos agentes asesinados. El propietario de un bar cercano aseguró haber oído esa versión de algún inspector que habría comentado que habían echado en falta, al registrar al cabo, su placa reglamentaria. De ser ciertos estos datos, significaría que los agresores habrían tenido la sangre fría de arrebatar la placa a una de sus víctimas antes de huir.Según una nota de la Jefatura Superior de Policía de Bilbao, los tres individuos que participaron en el atentado dieron muerte al teniente antes de abrir fuego contra el cabo, que resultó muerto en el tiroteo. "Seguidamente", señala la nota policial, "y a sangre fría, asesinaron de un disparo en la cabeza a la esposa del cabo, doña María Dolores Ledo García".

El comando, según la nota de la policía, había secuestrado frente al teatro Arriaga, a las 7.30 horas, a punta de pistola y en nombre de ETA, un R- 12 propiedad de Donato Hidalgo, al que abandonaron junto al ayuntamiento en compañía de otras dos personas.

Julio Segarra Blanco, natural de Cabanillas del Campo (Guadalajara), acababa de cumplir cincuenta años, vivía en el barrio de Santuchu junto con su mujer, bilbaína de nacimiento, y sus tres hijos, de doce años, diez años, y unos días de edad, respectivamente. El cabo Pedro Barquero González era natural de Alcalá del Valle (Cádiz), y contaba treinta años de edad. Se había casado a fines de 1982 con María Dolores Ledo García, nacida en Baracaldo, el 3 de enero de 1958, y era profesora de EGB en el Colegio Zumalakarregi.

María Dolores Ledo es la cuarta mujer asesinada en los últimos años por el hecho de encontrarse en compañía de policías o personas consideradas tales por los terroristas. El 6 de enero de 1979, Hortensia González Ruiz, de 20 años, era asesinada en Beasain por un comando de ETA cuando viajaba en un automóvil en compañía de su novio, el guardia civil a Antonio Ramírez, que también resultó muerto. El 22 de marzo de a 1982, Cristina Mónica Illarramendi que comía en un bar de Sestao en compañía de dos inspectores, era ametrallada en un atentado que también reivindicaría ETAm. El pasado 12 de febrero, Patricia Llanillos, esposa del investigador privado Luis Alonso Álvarez, era e asesinada en Tolosa cuando transitaba en compañía de su marido.

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