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Tribuna:
Tribuna
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Los viudos

Ruego, o sea, en principio, que no se me lea frontalmente, cuando yo escribo -siempre- oblicuamente. Explicarme que el Hospicio no es de Churriguera es como explicar que el Ministerio del Aire no es de Juan de Herrera, cuando yo digo que es herreriano. Pero por algún sitio hay que morder el queso Umbral, que siempre es nutritivo (y maternizado). Lo dijo Ramón, que tampoco escribía frontal -la escritura frontal no es literatura-:-El español pasea al mismo tiempo con su mujer y con su viuda.

Lo que parece una greguería no es sino una estadística. Hay millones más de viudas que de viudos, en España. Nuestra santa tiene siempre complejo -enfático- de viuda. Se sabe que el hombre es animal alopécico y fugaz. Este papel lo ha publicado en primera: "Reconocido, por primera vez, el derecho de un marido a la pensión de viudedad". La Magistratura de Trabajo de Gijón ha dado el paso. A uno le parece que la verdadera descentralización, más que en loapas y loapillas, está ahí, en que poderes locales y pedáneos madruguen al Poder Central, obligándole a seguirlos. Lo que en Madrid se aprobó, quizá, en una tarde distraída de las Cortes, de pronto se hace verdad, realidad, vida, en una vieja provincia, en una joven autonomía, y entonces qué. Que ya no puede el Gobierno volverse atrás. Este periódico tan democrático es como las asistentas por horas. Siempre se pone de parte del que llama o escribe. Se conoce que la democracia es así. Uno es que, de su medio siglo, ha vivido cuarenta años en el cuarentañismo, y claro, le queda la inercia. Las cartas a favor, miles y miles, nunca las dan, que no hay que hacer un periodismo de vedettes. A ver.

Un trabajador asturiano ha adquirido el derecho legal a cobrar la viudedad por el fallecimiento de su esposa. Estoy seguro de que las feministas, tan igualitarias, se encontrarán felices con la sentencia. Si mi santa se la pega en el Alfa deportivo -Yndurain, exquisito, aún me escribe "Alpha"-, yo voy, cojo, agarro, dejo esta columna y me dedico a plantar magnolios en fleur -una Ava Gardner en cada magnolio- en mi huerto volteriano. Chao, tíos. En la sentencia del, viudo asturiano, se condena al Instituto Nacional de la Seguridad Social al abono del 45% de la base reguladora establecida. Lo que pasa es que han elegido mal el verbo. ¿Por qué se condena? ¿Es que pagarle la viudedad a un viudo es una condenación? Las viudas españolas, desde las viudas dudosas de Lope hasta Esta es su viuda, han vivido del muerto. Incluso hay unos bonos del Estado, rentables y seguros, que el pueblo llamó "papel de viudas". La viuda mantiene al viudo, desde ahora, con lo que se consuma la revolución feminista, por arriba, y la acratilla mantiene al acratilla, con lo que se consuma la misma revolución por abajo. Lo demás son revanchismos. Parece que los españoles somos todos iguales ante la ley, aunque lleven bragas, o sea que a poner el cazo, troncos. "Es la sintaxis la que está loca", dice Roland Barthes. Pero yo no creo que la sintaxis jurídica española haya enloquecido, sino que al fin lo tienen claro. Ayer, una niña de la facultad de Ciencias de la Información, miembro de un grupo que trabaja / estudia sobre esta columna, me preguntaba qué hay de lo mío:

-Pues ya lo ves, amor, puro Churriguera.

Ceno con Raúl Morodo en La Gabarra. Se va de embajador a la UNESCO. Me cuenta que Santander, cuando él llevaba -tan brillantemente- la "Menéndez Pelayo", jamás le dio un duro, ni el Ayuntamiento, ni la Banca, ni la Diputación, ni nadie. Pero todos los días le imponían exigencias feudales. "Sólo Polanco me facilitó las cosas". Aquí se está haciendo el regeneracionismo golpe a golpe, decreto a decreto. Que las abortistas aborten. Que los viudos cobren. La mujer está llevando su revolución más allá de la muerte.

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