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Encarnizada batalla en la precampaña de las elecciones municipales francesas

La precampaña de las elecciones municipales que se celebrarán en Francia los días 6 y 13 de marzo se está traduciendo en una batalla encarnizada entre la izquierda gobernante y la oposición conservadora liberal. La politización de estos comicios es total y, en consecuencia, el resultado de los mismos se valorará como la sentencia de los franceses ante los veintidós meses de gestión socialista. Sea cual fuere el veredicto de las urnas, este voto no modificará en nada los poderes constitucionales decisorios: el legislativo y el ejecutivo.

Desde que los socialistas llegaron al poder el día 10 de mayo de 1981, las elecciones municipales serán las primeras de alcance nacional. De aquí que el escrutinio se valore de antemano como la primera oportunidad que tienen los ciudadanos para estimar la política que ha realizado el Gobierno del presidente Mitterrand.

La naturaleza de las municipales esencialmente local, no debiera erigirse en juez de la política nacional, pero la oposición conservadora liberal se ha encargadó de politizar este voto hasta la demagogia infantil. Los socialistas, cuando estaban en la oposición, en el momento de los anteriores comicios municipales, en 1977, hicieron exactamente igual.

En aquella época la oposición socialista-comunista consiguió robarle a la derecha gobernante alrededor de setenta ciudades de más de 30.000 habitantes y se hizo mayoritaria en el país en el plano municipal. Esta vez pudiera ocurrir lo contrario, pero no de manera tan abultada. Los partidos giscardiano y neogaullista aseguran que entre sesenta y setenta ciudades importantes volverán a la derecha.

La impresión general, al margen del electoralismo que domina el ambiente, hace pensar que los socialistas y comunistas van a perder terreno municipal, pero no en las proporciones que desearían sus adversarios.

Prueba para los socialistas

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De alguna manera, el resultado final del voto sancionará la política socialista. Y de alguna manera también, el Gobierno no tendrá más remedio que tener en cuenta la opinión de los ciudadanos. Lo seguro ya, es que el escrutinio municipal no altera en nada ni el mandato del presidente de la República ni la mayoría gubernamental en la Asamblea Nacional.Desde hace meses ya, neogatillistas y giscardianos se han enzarzado entre ellos en una polémica consistente en saber si Mitterrand podría gobernar con una mayoría de derechas. Y esto último como consecuencia, según su cálculo, de que el presidente, si el resultado de las municipales fuese ampliamente negativo, se vería obligado a dísolver la Asamblea actual. Y, naturalmente, de acuerdo con el mismo cálculo de la oposición, sería ella la vencedora de las nuevas elecciones generales.

Hoy por hoy, ni un solo observador atento le concede a todo esto más valor que el de la ilusión de volver al poder por parte de quien lo ha perdido. El descontento es grande entre los franceses, pero ya no es fácil saber en quel medida están descontentos con el mitterrandismo o con la crisis económica mundial.

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