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La empleada de una cárcel y un jefe de la Camorra, asesinados ayer en Roma

Juan Arias

Pocas horas después de que los líderes históricos de las Brigadas Rojas reconociesen públicamente el fracaso de la lucha armada para llevar a cabo la revolución, Roma fue ayer de nuevo escenario de dos atentados, aunque de signo contrario.

Los grupos Proletarios Armados secuestraron, procesaron y asesinaron a una empleada de la cárcel de Rebbibia. Una bomba colocada en un coche ha provocado, por otra parte, la muerte en el acto del famoso camorrista Vicenzo Casillo, lugarteniente del jefe de la nueva Camorra organizada, Raffaele Cutolo, que desde la cárcel sigue mandando a su ejército clandestino napolitano.El primer crimen, sobre todo, ha causado un profundo impacto en todo el país. La víctima ha sido una mujer de 57 años que trabajaba en el despacho de distribución de paquetes en la cárcel. Y ni siquiera estaba en el reparto especial de los presos políticos.

Un comando terrorista la esperó cerca de su casa a la salida del trabajo. La sometieron a un proceso rápido en su propio domicilio y la fotografiaron delante de un trapo rojo con frases a favor de la lucha armada y contra las cárceles. Estaba sentada en una silla con cara resignada, con los ojos bajos, enfundada en su abrigo negro. Miles de italianos han visto en ella la imagen de la propia madre ajena a estas locuras del terrorismo. Después no se sabe lo que pasó antes de que la asesinaran, pero en la habitación de su casa quedaron manchas de sangre por todas partes.

Una vez culminado el proceso y probablemente después de haberla torturado, la colocaron, como habían hecho las Brigadas Rojas con el líder democristiano Aldo Moro, dentro del maletero de un coche, un Fiat 131, y allí le dieron el tiro de gracia en la sien izquierda. La bala le atravesó la cabeza de parte a parte. Cuando la policía la encontró, después de varias llamadas de teléfono de los terroristas a tres diarios romanos, el cadáver de la pobre mujer estaba aún caliente.

Cuando reconocieron el cuerpo muerto el ministro de Gracia y Justicia y el mismo magistrado que había examinado el cadáver de Moro exclamaron, sin poder evitar un gesto de horror: "Exactamente igual que con él".

El presidente de la República, Sandro Pertini, envió en seguida una carta al ministro de Justicia en la que pide gran vigilancia para que el terrorismo "no pueda rehacer sus filas de nuevo".

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En el otro atentado de la jornada, en el que perdió la vida Vicenzo Casillo, resultó herido gravemente un ayudante suyo, Mario Cuomo. Ambos, camorristas eran buscados por la policía acusados de diversos crímenes.

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