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La rebelión de Cabañas puede ser el primer intento de la ultraderecha para tener acceso al poder en El Salvador

Sólo los periodistas pueden cruzar los retenes militares instalados en todos los accesos al departamento salvadoreño de Cabañas por el comandante rebelde de su guarnición, teniente coronel Sigfrido Ochoa. La sublevación entra en su tercer día, convertida en algo más que una disputa del militar con el ministro de Defensa, general José Guillermo García. Medios de la oposición opinan que puede tratarse del primer intento serio de la ultraderecha por desplazar al general García, que en este contencioso representaría al sector de la derecha reformista.

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En las últimas horas no se han registrado pronunciamientos militares en torno a la rebelión, más allá de las declaraciones de neutralidad hechas por distintos jefes de la Fuerza Aérea, regimiento de caballería y las brigadas Atlacatl y Atonal, especializadas en la lucha antiguerrillera.El hecho de que el ministro de Defensa, cuya dimisión exige el comandante sublevado, haya optado por negociar con él, después de sostener una larga reunión con su Estado Mayor, es ya un indicio de que el teniente coronel Ochoa podría contar con importantes apoyos dentro del Ejército en el caso de que se decidiera recurrir a la fuerza para someterlo.

Manifestación civil

De otro modo resulta inexplicable que en un país, que además se encuentra en guerra civil, un comandante pueda sostener con apenas 1.200 hombres una actitud de rebeldía frente a un ministro de Defensa que podría movilizar a más de 30.000, entre soldados y miembros de los cuerpos de seguridad.

Las autoridades civiles de Sensuntepeque, capital de Cabañas, situada a unos 80 kilómetros de San Salvador, se han manifestado en apoyo del militar alzado. El gobernador encabezó a unas 2.000 personas que se concentraron el viernes ante el cuartel general de los rebeldes.

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El único diálogo establecido hasta ahora entre el comandante sublevado y el alto mando militar fue mantenido a través del coronel Adolfo Blandón, comandante de la Primera Brigada de Infantería, con sede en San Salvador.

Tras la entrevista, Blandón dijo que presentarla a sus superiores las exigencias de Ochoa, incluyendo la dimisión del ministro de Defensa y el cese de la intervención norteamericana en los asuntos internos de El Salvador.

El teniente coronel rebelde insiste en que él no encabeza ningún golpe de Estado, para agregar que el general García debe ser destituido por el presidente, porque se ha convertido en "un pequeño Hitler" que manda en todo el país apoyado en la corrupción.

Ochoa considera su traslado como agregado militar a un país del cono sur como un exilio diplomático intolerable, ya que obedece únicamente al deseo del general García de desplazar a los militares capaces de sustituirlo.

De acuerdo con las disposiciones militares vigentes en materia de retiro, el actual ministro de Defensa debe abandonar su cargo por años de servicio el próximo mes de febrero. El nombre de Ochoa, junto con el del coronel Blandón, mediador en el conflicto actual, ha sido citado en varias ocasiones como posible sustituto de García.

El pasado mes de noviembre circuló en los cuarteles salvadoreños un documento anónimo, atribuido a la extrema derecha, en el que se criticaba severamente al general García y se mencionaba a Ochoa como el único militar capaz de detener a la guerrilla. Fuentes de la embajada norteamericana en San Salvador consideran al sublevado como uno de los militares salvadoreños más expertos en la lucha contra insurgentes.

La emisora rebelde Radio Venceremos dice que Ochoa es uno de los principales jefes de los escuadrones de la muerte, responsable de la represión llevada a cabo en Cabañas contra los civiles. Lo considera como un hombre muy próximo a la ideología ultraderechista sostenida por Roberto D'Aubuisson, actual presidente de la asamblea constituyente.

El militar sublevado se proclama a sí mismo como un profesional de la milicia, que no es de izquierda ni derecha, que cree en el capitalismo de libre empresa y en el sometimiento del poder militar al civil. Opina que justamente esto último no se respeta ahora, debido a las constantes intromisiones del general García, al que califica como un dictador que se está enriqueciendo en razón de su cargo.

Destaca el absoluto silencio que han mantenido hasta ahora las autoridades civiles, incluido el presidente Alvaro Magaña. Esta actitud se interpreta como un deseo de mantener el conflicto dentro del ámbito militar, para no envenenar más la situación.

Sólo el teniente coronel Ochoa aumenta por momentos el tono provocativo de sus declaraciones. Confiado en los apoyos con que dice contar dentro del seno de las Fuerzas Armadas, ha declarado a la Prensa que él y sus hombres están dispuestos a llegar hasta el final.

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