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Prudente satisfacción del Kremlin ante la llegada del PSOE al poder

El Kremlin ha acogido la llegada al poder de Felipe González con cara de póker. La Prensa de Moscú afina sus adjetivos al máximo para no dar sensación de alegría desatada, lo que podría estropear la faena al político sevillano, cuyas relaciones con el Kremlin dieron ya lugar, en el pasado, a algún que otro chascarrillo malintencionado.Sin embargo, los observadores coinciden en afirmar que Moscú se siente contento con la llegada de los socialistas al palacio de la Moncloa, hecho éste que, sin duda, habrá de cambiar sustancialmente las relaciones hispanosoviéticas. Este contento -en contra de lo que algunos podrían pensar- no tiene, sin embargo, raíces ideológicas.

En estos temas, el Kremlin suele ser bastante pragmático, y, por ejemplo, no ocultó sus preferencias por Valery Giscard d'Estaing en las últimas elecciones presidenciales francesas de mayo de 1981. La victoria del socialista galo François Mitterrand sirvió justamente para enrarecer el diálogo París-Moscú.

El caso español parece ser diferente. Con Felipe González en la Moncloa es muy probable que se paralice el proceso de integración de España en la OTAN y que además las relaciones hispano-soviéticas tomen cierto contenido, sea cual sea.

Dentro de pocos días se cumplirán precisamente cinco años de la visita realizada a Moscú por Felipe González. El próximo presidente del Gobierno español -que viajó entonces acompañado por Alfonso Guerra, Miguel Boyer y Francisco Ramos- cerró aquel viaje con una frase lapidaria que aún despierta las sonrisas de algunos corresponsales occidentales en la URSS: "Prefiero el riesgo de morir apuñalado en el metro de Nueva York que tener que vivir en Moscú".

De este modo, el político socialista mostraba sus preferencias sociales y vitales, dejándolas a salvo de cualquier duda. Felipe González tuvo mucho interés en mostrar, durante los cinco días que duró su viaje a la URSS, los deseos de su partido de rechazar cualquier injerencia externa sobre las opciones estratégicas españolas (léase OTAN).

En cualquier caso, el PSOE y el PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) cerraron la visita de González con un comunicado conjunto en el que se decía que ambos partidos habían reafirmado su oposición a la ampliación de los bloques militares, lo que, a juicio de algún observador occidental, era un cheque en blanco y sin fecha firmado por un partido que tenía -como se ha comprobado hace pocos días- grandes posibilidades de llegar al poder.

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La visita de González a la URSS creó una serie de precedentes en las relaciones entre el Kremlin y los partidos socialistas europeos: el comunicado conjunto se publicó íntegro en la primera página de Pravda. Un miembro suplente del Politburó -el influyente Boris Ponomariov- acudió al aeropuerto a recibir a la delegación española, y el propio Mijail Suslov -, quien hasta su muerte, el pasado mes de enero, fue el guardián de la ortodoxia soviética- conversó con aquel prometedor joven que traía de cabeza al rígido protocolo del Kremlin.

Dos explicaciones daban los observadores al espectacular recibimiento hecho por Moscú a Felipe González: unos veían en ello una muestra del buen olfato del Kremlin. Los más creían detectar un claro desaire al herético partido comunista de Carrillo, quien días antes de la llegada de González tuvo que abandonar Moscú sin poder leer su discurso durante las fiestas conmemorativas del 60º aniversario de la revolución soviética.

Ahora, después de que transcurra el plazo que posee Felipe González para formar Gobierno, a Moscú tendrá que llegar un nuevo embajador de España. El actual, el marqués de Perinat, ha representado a nuestro país durante la era Calvo Sotelo. Su labor no era fácil: suceder al embajador relaciones públicas Juan Antonio Samaranch, dando al 'Kremlin el disgusto de la entrada de España en la OTAN.

Ya se comienza a especular en torno a quién será el nuevo representante en Moscú del Gobierno de Madrid. Como ya sucedió después de que Juan Antonio Samaranch fuera nombrado presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), se habla del alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván.

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