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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Las palomas

Contra la democracia parece que está la trama cívico / équite, pero en defensa de la democracia están las palomas, o sea, las palomas mensajeras (lo ha dicho el ministro de Defensa, Oliart, o sea que tranquilos).Las palomas son consideradas de utilidad pública y Defensa acaba de regular la tenencia y utilización de palomas mensajeras. Recuerdo a mi querido paisano Frechilla, profesor de idiomas, criando palomas en su terraza del barrio de: la Concepción (como Marlon Brando en On the waterfrom), y espero que ahora se las militaricen todas para mensajeras. Pese al láser y el Sputnik, la bíblica paloma sigue siendo considerada oficialmente uno de los medios de comunicación más útiles de los empleados por el hombre. Si este periódico lo hiciéramos con palomas mensajeras, nos saldría mejor que con los marcianos Atex, que escriben liderar, explosionar y visualizar.

Parece que es muy difícil interceptar o detectar una paloma mensajera, y en las últimas y entretenidas guerras del mundo se sigue utilizando este mensajero casi renacentista, que queda como de Fernando de Rojas. Sólo que antes se usaban para el amor, y ahora, para la guerra. Desde el 98 y el 31 se viene legislando en España sobre palomas mensajeras (tengo escrito y reescrito que somos, políticamente, el país más original del mundo, como le he explicado ayer, en entrevista, a la enviada especial de Le Soir, de Bruselas).

En la recentísima legislación al respecto hay 41 artículos, distribuidos en nueve capítulos, sobre la beligerancia de las palomas. Las palomas, según lo que llevo leído del informe ministerial, pertenecen al Ejército de Tierra.

Hay un servicio colombófilo militar, lo cual me parece muy hermoso, como de una guerra contada por René Clair. El Ministerio de Defensa fomentará la cría y educación de palomas mensajeras para tiempos de guerra, estados de alarma, excepción, sitio, emergencias, catástrofes y salvamentos. Somos una democracia colombófila, una democracia defendida por las palomas (como esos trineos navideños y cursis de los tarjetones, tirados por palomas), y esto me parece el ideal de democracia ecológica, civilizada y estable, sólo que Fraga acaba de comerse los espárragos malditos en La Rioja (Fraga se come el mal del feudocapitalismo para abolirlo / asumirlo: bombas o espárragos), y con mavor apetito se comerá una paloma, mensajera o no, si se la sirven bien hecha. Por la debilidad, lenidad, apacibilidad e indiferencia de nuestro Gobierno (Calvo-Sotelo no estuvo en el debate 27-O), se diría que ya sólo nos defienden las palomas. Palomas papirofléxicas, como las de Unamuno, hechas con papel del Boletín Oficial del Estado, frente a tanques civiles de la trama patriótica. La guerra es desigual, pero poética. El Papa Wojtyla, que ha serializado Avalos, tiene una paloma en la mano, como se ha contado aquí, pero no consta si es mensajera ni si vuela hacia La Zarzuela o la isla de Tarifa.

Yo, en mi reciente libro Las Giganteas, convierto las águilas que tenían los frailes de mi pueblo en beliales, ángeles caídos / justicieros, serafines / demonios, pero no se me ha ocurrido -la crítica me lo reprochará- que la paloma es un ave más política. Pedro Rocamora habla en el Colegio de Médicos sobre Cajal. Lorenz tenía una oca, y Paulov, un perro; pero Cajal no tenía una paloma, y ése es el fallo de sus seriales Marsillach / Televisión.

Cuando se escucha en Europa y en España "un rumor de botas", como diría Leguineche, ocurre que nuestra democracia tiene como única arma secreta las palomas mensajeras. Seguimos en Francisco de la Torre y el Siglo de Oro. Es algo tan bello e inerme que me gusta, pero Fraga -buen cazador- a lo mejor caza una y se la come guisada. Con espárragos adulterados, qué más da.

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